El Tribunal Supremo anuló el nombramiento de Magdalena Valerio como presidenta del Consejo de Estado. Y Pilar Alegría dice que eso no es un ejemplo de la separación de poderes. Acabáramos. Es verdad que le ha tocado a la pobre Valerio por no ser «jurista ... de reconocido prestigio», como se exige para el puesto, y por la demanda de la fundación Hay Derecho, pero no es más que un ejemplo del habitual reparto de cargos aleatorio entre afines, dando igual al Gobierno (a cualquiera, todos lo hacen) el prestigio de instituciones y la excelencia de a quiénes nombra. Héctor Gómez es el nuevo embajador en la ONU. A Miquel Iceta, Sánchez lo ha colocado de embajador en la Unesco. Siendo la ONU una inutilidad, qué más dará el embajador. Pero se recompensa a alguien por su lealtad. Se le coloca. Muchas críticas a las puertas giratorias con las que se va a parar a grandes empresas, pero esto es peor. Y forma parte de los habituales favores políticos.
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