Cuando en los años 60, el archivero don Juan López, canónigo de la Catedral, se refirió a las reliquias de San Valentín, los almerienses pensamos ... que estas se conservaban aún en Almería.
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José Manuel Bretones, en un documentado artículo en este diario, relataba que, verdaderamente, los restos del santo estuvieron en una urna en la capilla de San Indalecio al menos ciento cincuenta y cuatro años. Después desaparecieron en 1936.
El director de Radio Juventud en los sesenta era el soriano Sigifredo Ortega, gran compañero e impulsor de actos multitudinarios, muy del gusto de la época. Enseguida detectó el interés que las reliquias del santo habían despertado entre los almerienses, mayoritariamente mujeres, y organizó un programa diario, cuyos locutores eran el mismo Sigi y Emilia Martín, quienes daban forma a la idea de celebrar una boda el día de San Valentín, animando al personal.
Se pidió la participación de parejas que hubieran decidido contraer matrimonio ese día y, entre todas, se sorteó ante notario cuál sería la protagonista.
La noticia corrió como la pólvora. Empezó a venir gente de otras ciudades para rezar al santo y hasta Radio Nacional en Murcia envió un periodista que me hizo una entrevista en la Catedral preguntando qué era aquel revuelo. También se hizo eco Televisión Española.
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La gente hablaba de San Valentín como si fuese su vecino de toda la vida. Por las tardes, pegados al aparato de radio, se enteraban de la generosidad del comercio almeriense. Un día regalaban el dormitorio, otro la cocina o el sofá para el cuarto de estar, las lámparas, por supuesto los trajes de ceremonia, los zapatos, las flores y los más mínimos detalles. Y, casi al final, una agencia de viajes organizó el de los novios, un gasto extra que ellos no podían afrontar.
Aquello fue un éxito rotundo. Miles de cartas llegaban a la emisora felicitando a la pareja y muchos almerienses se agolpaban en la puerta el día que ellos venían para hablar de los preparativos.
Y llegó el momento. Los novios se presentaron en la plaza Virgen del Mar en coche de caballos descapotable, y antes de entrar en el templo abarrotado de público, igual que la plaza, se bajaron para posar ante la prensa. También llegaron en coche de caballos los padrinos, que eran el Delegado de Información y Turismo y señora.
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La ceremonia, preciosa. Algunos vecinos lloraban como si se les casara una hija. Era el 14 de febrero de 1967.
Esos días, por el Paseo, se podían ver artistas de fama internacional que rodaban algunas películas en el desierto de Tabernas.
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