Los nuevos frikis

La semana pasada nos enteramos de que Carlos Jesús había muerto hace casi tres meses. Probablemente, no sabíamos del deceso porque bastante tuvo con que lo sepultáramos en vida bajo una montaña de burlas como para que hiciéramos lo mismo tras su muerte. Porque nos mofábamos de él, claro. Con crueldad, con un punto de condescendencia y desde la superioridad moral, que es como nos reímos de los bufones que venden su alma a esa picadora de carne que es, a veces, la televisión.

Lo único bueno de aquel descojone despiadado que hoy nos hace sentirnos un tanto culpables es que, con las risas, desactivábamos cualquier atisbo de credibilidad. Ahora, en cambio, no solo hay gente que no se ríe de los nuevos frikis, sino que les cree. Y hasta les vota. El secretario de Salud, Robert F. Kennedy, ha recomendado aceite de hígado de bacalao y vitamina A para combatir la epidemia de sarampión. Trump sienta a su mesa a antivacunas y terraplanistas como Sardá sentaba a la suya a personajes estrafalarios. Mejor Carlos Jesús, dónde va a parar: al menos, desde Raticulín, su planeta de origen, pudo comprobar que la Tierra era redonda.