En noviembre de 2013, Alfredo Pérez Rubalcaba, doctor en Química por la Universidad Complutense de Madrid y en aquel momento secretario general del PSOE, iba a impartir una conferencia en nuestra Facultad de Ciencias sobre 'La contribución de la Química a la Política', con la ... que se clausuraban los actos del centenario de los estudios de Química en la Universidad de Granada. Era la segunda vez que Alfredo asistía a un acto organizado por la UGR, pues anteriormente, en 2002, había inaugurado un curso de verano en Almuñécar. Lamentablemente, la conferencia no se pudo impartir por un 'escrache' de ciudadanos que protestaban por medidas sobre vivienda del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Aquel espectáculo me hizo recordar lo mucho que los universitarios de la generación de Alfredo Pérez Rubalcaba habíamos luchado por la libertad de expresión en la universidad. Habíamos estudiado en una universidad donde la policía armada campaba por sus respetos por las aulas de la Facultad de Ciencias de la Complutense y mandaba por encima de las autoridades académicas.
Muchas cosas se han dicho de Pérez Rubalcaba, pero quizás no se le ha dado relevancia a sus primeros años de actividad, relacionada con la universidad, en el gobierno socialista de 1982. La comunidad universitaria le debe estar agradecida.
Al final de la dictadura, la universidad había tenido un crecimiento importante. Entre 1968 y 1974 se crearon diez nuevas universidades. En cuatro años se había casi duplicado en España el número de universidades y se crearon numerosos colegios universitarios adscritos a las universidades públicas.
Este incremento de instituciones de enseñanza universitaria hizo necesaria la contratación de profesorado. Fueron los llamados profesores no numerarios (PNN), que llegaron a constituir cerca del 70% del profesorado que, junto a la actividad docente, realizaban la tesis doctoral. Además, el contrato que tenían era de carácter 'leonino', lo cual significaba una situación de precariedad laboral que afortunadamente desapareció hace tiempo en la actual legislación.
Durante la transición política, los sucesivos gobiernos de la UCD intentaron dotar a la universidad de una ley que permitiera cumplir con la autonomía universitaria recogida en la Constitución y su modernización. Hubo varios borradores de Ley de Autonomía Universitaria (LAU), pero ninguno llegó a buen fin.
En las elecciones generales de octubre 1982, el PSOE obtiene la mayoría absoluta y emprende la elaboración de una ley para las universidades que sustituyera a la de 1850, conocida como Ley Moyano, que se había mantenido hasta ese momento con breves modificaciones (salvo las barbaridades nacional-católicas que el ministro Ibáñez Martín introdujo en 1943). El ministro de Educación y Ciencia era José María Maravall. En el equipo estaba Alfredo Pérez Rubalcaba, que ejercía como jefe de gabinete de Carmina Virgili, la secretaria de estado de Universidades e Investigación. De todos ellos era el único PNN del equipo. Para nosotros era, pues, el interlocutor más accesible.
Hoy podemos decir que la Ley de Reforma Universitaria (LRU) aprobada en 1983 fue el inicio de la modernización de nuestra universidad y su adecuación al siglo XX y XXI. Hasta hoy, la LRU ha sufrido algunas modificaciones, pero su estructura se mantiene. Alfredo Pérez Rubalcaba fue uno de sus artífices.
Él entendió que la estructura de la universidad en cátedras era obsoleta y que había que sustituirla por los departamentos e institutos. También que la investigación era imprescindible para asegurar una buena docencia, que la participación de todos los sectores de la comunidad universitaria era necesaria para que los conflictos se resolvieran en los órganos de gobierno y de representación.
Entendió también que había que articular la participación de la sociedad en la universidad, y se crearon los Consejos Sociales. Estas y otras muchas medidas estaban recogidas en las plataformas de sectores de la comunidad universitaria que pedían una reforma de la universidad a la altura de las necesidades de nuestro país.
En su época de PNN de la Complutense y cuando ocupó diversos puestos en el ministerio de Educación y Ciencia, siempre mantuve con él una buena amistad y siempre escuchó con atención las sugerencias que se le hacían. Algunas de ellas aparecieron incorporadas al texto de Ley; otras no, pero, sin duda, avanzamos. Gracias.
Aquel episodio del 2013 tuvo su remedio cuatro años más tarde. No pude asistir a esa conferencia, pero sentí que aquel momento desagradable había sido en parte remediado.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.