Sabelotodo y falsos profetas
La Carrera ·
Sabemos que los videntes, los astrólogos, vaticinan con los dados del azarAlfredo Ybarra
Martes, 1 de septiembre 2020
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La Carrera ·
Sabemos que los videntes, los astrólogos, vaticinan con los dados del azarAlfredo Ybarra
Martes, 1 de septiembre 2020
«A toro pasado todos somos Manolete» reza el dicho taurino popular. Y es que siempre ha habido carretadas de personajes y personajillos dándose lustre a sí mismos a cuenta de que ya saben antes de que pasen cómo van a transcurrir los acontecimientos y ... te lo explican con todo tipo de detalles. Claro, lo hacen a toro pasado. Ciertamente todos pecamos de saber de todo y con frecuencia caemos en el «ya te lo decía yo». Y en la historia son incontables los pseudoprofetas, también falsos Mesías, que se han erigido como poseedores de cualidades iluminadas. Y siempre ha habido quienes han sabido tener la perífrasis perfecta, la hipérbole adecuada, el pleonasmo conveniente, la agudeza, para sin saber lo que hay que conocer fundamentalmente de una materia aparentar dominarla. Ahora, lo que ocurre es que con las redes sociales como gran plaza pública, donde cada uno fácilmente se puede enaltecer como faro y trinchera, como referente de la erudición universal, los poseedores de la verdad se multiplican. Y en los medios de comunicación, el tertulianismo procaz, arrogante y verborreico es un plato común en el que los mismos saben de macroeconomía, de ciencia, de la metamorfosis del coronavirus, de educación, o del dragón de Komodo, mientras discuten a brazo partido, se interrumpen sin ningún civismo o defienden posturas indefendibles sólo porque llevan unos colores en la camiseta. Pero en definitiva, ese estar embebidos en el conocimiento de todo creo que nos ocurre a todos. Yo mismo habré caído en infinidad de ocasiones en ese atrevimiento. Ahora bien, en este tsunami de fatuos 'sabelotodo' y de 'enteraos', es muy difícil ver humildad y prudencia, y reconocimiento de la mayor sabiduría que es que uno nunca lo domina todo; algo que es muy necesario hoy para ponderar la percepción de todo. Además, deberíamos recordar lo que el escritor Italiano Arturo Graff apuntó: «El saber y la razón hablan; la ignorancia y el error gritan». A todo esto estamos en medio de un tiempo truculento en el que se alzan tantos agitadores que peligrosamente remueven la vulnerabilidad actual. El sociólogo Löwenthal lo definió como «el intento de reforzar la desorientación reinante entre su audiencia desdibujando las demarcaciones racionales y proponiendo en su lugar acciones espontáneas».
Sabemos que los videntes, los astrólogos, vaticinan con los dados del azar. Igualmente los economistas y los epidemiólogos navegan con los remos de la contingencia. Pero queremos creer en asideros aunque sean irreales. Umberto Eco invitaba a que cada vez que alguien hiciera una predicción, recordáramos el chiste de aquel que llama a una puerta en la que se lee 'Adivino' y una voz le pregunta, desde dentro: «¿Quién es?». Y mientras, los políticos, quieren ser los relatores únicos de la crisis, quieren imponer su versión, aunque sea parcial y discutible. Sería buen momento para no instrumentalizar estas graves circunstancias con la mezquindad de quienes dicen saberlo todo, sino de encontrarnos alrededor de un fuego común y sentir la unanimidad de palparnos en la incertidumbre, y, de necesitarnos unos a otros en la aspiración tan inaprensible como maravillosa de comprender, de comprendernos.
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