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A salto de mata

Puerta Real ·

No les pedimos una varita mágica para luchas contra el mal; basta con que tengan criterio

Domingo, 13 de septiembre 2020, 01:06

Covid en el desayuno, almuerzo, merienda y cena. De postre, Covid sobre un lecho de mascarilla crujiente y jarabe de hidrogel. Covid en el 'tuiter', en el 'guasap', en el 'feibu', en la radio y en la tele. Con él me acuesto y con él ... me levanto. Lo confieso: me he convertido en coronavírico empedernido y soy coviadicto. Antes de esta catástrofe que nos invade, era drogodependiente del otoño. Me quedaba embobado viendo el cambio del follaje en los bosques de la Alhambra, o comenzaba a coleccionar fascículos sobre cómo sacarle el rendimiento a los rabos de pasas, las virtudes medicinales de la baba de caracol, o las armas secretas de las potencias del mal. Septiembre, como heraldo del otoño, velaba las tonalidades ambarinas del sol declinante sobre Sierra Elvira para consuelo de viudas y refugio de poetas. Era el mes de reencuentros, vendimias y membrillos, de madrugadas de rock y últimas verbenas. Todavía, se mantienen o reabren exposiciones y ciclos literarios, o se desempolvan los órganos de monasterios, iglesias y auditorios gracias al tesón de Juan María Pedrero. Pero nada que ver con los otros septiembres de colas, abrazos, empujones y risas. A los 'coviadictos' nos está vedado disfrutar del otoño.

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