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Todos contra Sanders

El senador de Vermont es el anti-Trump, un independiente dispuesto a dar la sorpresa

JOSÉ M. DE AREILZA

Sábado, 29 de febrero 2020, 23:18

Si Bernie Sanders fuera un político europeo pasaría bastante desapercibido. A pesar de que se define como socialista, sus propuestas de lograr una sanidad pública en condiciones o financiar en serio la educación universitaria podría llevarle a militar también en un partido demócrata cristiano. Solo llamaría la atención debido a su avanzada edad, aunque en Italia no tanto. Sería la envidia de la gerontocracia de éste o de cualquier otro país, que admiraría su capacidad de conectar con la gente joven. Pero Sanders está a punto de convertirse en el candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, si dentro de dos días las primarias en múltiples Estados del llamado supermartes no le dan un disgusto. En cierta medida es el anti-Trump, un independiente dispuesto a dar la sorpresa, que ataca al orden establecido y a las élites desconectadas de las preocupaciones de la América olvidada. Exactamente el guión del ganador de las elecciones de 2016. Gran parte de los mandarines del partido demócrata proclaman en que con Sanders la reelección de Trump está asegurada. Solo un candidato más centrado se alzaría con el voto de los moderados. Con este guión media docena de rivales en liza se han lanzado, todos a una, contra Sanders, como si fuera un peligroso infiltrado soviético.

Sin embargo, hay razones para pensar que si el senador de Vermont resulta proclamado candidato a la presidencia, no todo está perdido e incluso puede desbancar a Trump en noviembre. La estrategia de polarizar funciona con tal de que movilice a los suyos, sume a muchos nuevos votantes y no active la reacción del bando rival. Sanders tiene la ventaja de que habla con autenticidad y sencillez de valores importantes para la sociedad -comunidad, igualdad, justicia, progreso- y combina su idealismo con treinta años de experiencia como legislador, una trayectoria en la que ha sido pragmático y ha consensuado muchas medidas sin extremismo alguno. En política exterior es igual de crítico hacia la alianza de Trump con los saudíes y su rendición ante los israelíes más radicales. Es cierto que justifica de manera equivocada a la izquierda populista en Iberoamérica, un ejemplo más de lo mal que conocen los políticos norteamericanos su patio trasero. El actual presidente no supera el 50% de popularidad, a pesar de la buena situación económica y es literalmente detestado por millones de ciudadanos. En 2016 ganó gracias a los compromisarios de unos pocos Estados, en los que consiguió el voto de trabajadores que tradicionalmente votaban demócrata. Justo un grupo en el que resuena el mensaje de lucha por la justicia social que enarbola Sanders.

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