Edición

Borrar
El sinsentido común

El sinsentido común

Los Olivos Suicidas ·

ernesto medina rincón

Miércoles, 16 de diciembre 2020, 23:31

Han llegado los rigores invernales. Tardíos, pero fieros. Hay que encender la calefacción, sin perjuicio de la ventilación suficiente para evitar los contagios. Mi Instituto trocose en cuestión de horas en un pandemónium. Surgieron por doquier expertos en epidemiología que pontificaban sobre ventajas, riesgos y ... medidas sanitarias de aplicación inexcusable. Los pasillos eran un remedo de las estancias que acogieron el Concilio de Bizancio donde se debatió ad nauseam el sexo de los ángeles. No obstante, hubo aspectos positivos. La enseñanza se tornó más cercana. Los profesores adaptaron su docencia a este debate. Matemáticas cambió el viejo problema de la piscina que se llena por uno más acorde con los tiempos, «una vez calculado el volumen del aula y considerando que la puerta está abierta, ¿cuánto tiempo hay que tener abiertas las ventanas para que se renueve el aire?». Los químicos se sumaron de buen grado a la tendencia. Explicaban cómo se formulaba correctamente el CO2, el dióxido de carbono. También en qué proporción la falta de oxígeno era peligrosa. Historia y Biología plantearon en una UDI (Unidad Didáctica Integrada) una actividad interdisciplinar sobre las epidemias y sus causas a lo largo de los siglos. Sin embargo, el problema de la ventilación y la calefacción continuaba irresoluble. Hasta que se apeló al sentido común.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

ideal El sinsentido común