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No estuve solo

Puerta Real ·

«Cuando una es reina y madre del Albayzín, nadie cierra calles a tal dama»

Martes, 10 de septiembre 2019, 00:36

Este sábado pasado, a la caída de la tarde, se echó la Aurora a la calle, porque sabido es que, como reina y señora del Albayzín, la virgen de la Aurora puede salir cuando quiera y a contramano. Salió de san Miguel y no encaró ... para san José, así que muchos dijeron: ¿pero dónde va?, ignorando que la reina y señora albaycinera deseaba mirar su Granada desde el pretil del Carmen de Fermín Garrido, el médico que se nos fue tan joven, y que además quería darle la oportunidad al gran Pepe Cañas, el mejor pintor realista de la casa de La Lona, de que le hiciera un retrato de perfil, con el fondo del atardecer de Granada. Carril de la Lona abajo la llevaba Navajas cuando antes de llegar a la Puerta de Monaita, esa de los aguerridos arqueros africanos, defensores de la medina a ultranza, las jarras del frontal se hicieron presentes y hubo tiempo de echar una mirada al horizonte, incluso una parrafada, pues se me acercó Antonio Berbel Linares, aquel que en su casa de la curva de El Violón me invitaba a vino costa y alcaparras, para decirme emocionado que se sentía muy orgulloso de las manos en que había dejado su legado. El que en los años de las hambres había comenzado, porque el párroco de san José, Manuel Fernández Padial, haciendo reformas en su despacho tirara un tabique, y descubriera a la primera Aurora, oculta a los horrores de la guerra y sus desastres. Y mientras la Aurora ascendía a los cielos por la cuesta de la Alhacaba, Tamayo, el grande, el de la voz recia curtida en cuadrillas de profesionales, se me acercó al oído y me dijo: ¡Ya hubiera yo querido en mis tiempos, trabajar con estos chicos!

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