El sonido natural, el animal y el humano
La onomatopeya es común a muchas lenguas y en ella se ha querido ver el origen del lenguaje. Pero el lenguaje es algo más complejo
josé maría becerra hiraldo
Sábado, 6 de febrero 2021, 23:04
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josé maría becerra hiraldo
Sábado, 6 de febrero 2021, 23:04
La onomatopeya es una forma de creación de lenguaje. En español tenemos cerca de 350 vocablos de origen onomatopéyico. El fenómeno consiste en la conversión de los sonidos naturales en una palabra cuyo significante imita la realidad extralingüística. Esa voz imitativa de las cosas resalta ... en la palabra 'batacazo' que imita golpes, 'fofo' y 'bufar' imitan el aire expulsado (como la palabra inglesa 'whistle', silbar), 'zipizape' alude a ruido y riña, 'talán' y 'tantán' salen de golpes de campanas; 'bum', 'crac', 'clac', 'zas' y 'cataplum', para expresar explosión o golpes. En inglés se usan 'boom', 'crash' y las puertas inglesas se cierran con la voz imitativa 'slam'. En español el tren avisa con 'chu chu', en inglés con 'choo choo'.
En el mundo animal, 'quiquiriquí' trata de imitar el canto del gallo en español. La onomatopeya es común a muchas lenguas y en ella se ha querido ver el origen del lenguaje. Pero el lenguaje es algo más complejo. La prueba es que contamos con tres grupos de interpretación del canto del gallo: si el lenguaje primitivo partiera de ese sonido, todos tendrían que haber hecho la misma interpretación. Sin embargo, la sensación fónica percibida por un italiano en el canto del gallo es 'chicchirichi', o sea, la misma que un español pero con grafías propias; un francés, un ruso o un chino escuchan 'cocorico', y el fino oído inglés entiende 'cock-a-doodle-do', como si no conociéramos a los gallos ingleses. Eso suena más a pavo que a gallo; distintos que son ellos.
Cada animal canta o emite su voz característica: la rana hace 'croc', de donde proviene el verbo croar, la vaca hace 'mu' de donde sale mugir; si seguimos con los animales más cercanos, el gato maúlla porque hace 'miau', el pájaro pía porque hace 'pío', el cuco cuchichea porque hace 'cucú'; es decir, que muchas veces, no siempre, del sonido sacamos un verbo y, en cierta manera, estamos creando lenguaje. Pero no vale para perro (los ladridos en las lenguas del mundo son variadísimos: desde el 'guau guau' al 'vov vov') ni para lobo.
Existen voces que sirven para comunicarnos o llamar a los animales, como 'pita' para orientar a las gallinas, como 'zape' para espantar a los gatos, u 'ox', o 'tuso' para llamar o espantar al perro, 'arre' para estimular a las bestias, 'so' para pararlas, 'jino, jino', voz para llamar o llevar al cochino en Soria, 'cus-cus' voz con que se llamaba a los perros, 'rita-rita' voz con que se conduce al ganado menor. Dirigiéndonos a las personas en los países anglosajones se manda callar con 'ssh'; en español, se manda callar con 'chis'. Ya veo que en algunas clínicas privadas se prefiere el sonido inglés. Todo sea por el bilingüismo.
Las personas expresan sentimientos mediante las interjecciones: 'hurra' para indicar alegría, como el inglés 'hurrah'; 'hola' para indicar salutación familiar, como el inglés 'hello'; 'alalá', expresión usada para mostrar asombro; 'ale, hale, hala, ala, alá' variantes de interjección usada para infundir aliento; 'ar' expresa ejecución inmediata de movimientos en el ámbito militar; 'ay' indica dolor (los ingleses distinguen entre dolor físico, 'ouch'! y dolor emocional 'ow'!), 'bah' desprecio, 'bu' abucheo' (en inglés, 'booo'), 'pche' indiferencia, 'ah' asombro (en este periódico, 13/1/2021, aparece el sonido inglés 'oops' con el mismo significado, sorpresa por sentirse invisible e incomunicado); 'ajó' interjección indicada para acariciar a los niños; 'ajá' indica satisfacción, 'vaya' decepción, 'puf' indica repugnancia, 'uf' cansancio, 'jolines' sorpresa ('wow'! en inglés). Todas estas formas –sonidos inarticulados, onomatopeyas e interjecciones– abundan en los tebeos tan netamente españoles como Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, Super López, Bruguelandia y TBO, aunque se nota una clara influencia del inglés.
A veces las onomatopeyas simbolizan sensaciones imaginativas, como el balanceo en la palabra 'bambolear', o la sonoridad del sonido repetido de las campanas 'talán-talán'. Se trata de significar algo difuso mediante determinadas consonantes españolas: las labiales que aparecen en 'bamba', 'bambolear', 'blablablá', 'tambalear' sugieren rotundidad; las palatales de 'chaparro', 'chapotear', 'charanga', 'chascar' sugieren contraste; las vibrantes de 'arrullar', 'runrún', 'rifirrafe', 'refunfuñar' señalan ruido. Los ingleses, por su parte, dicen que puede sugerir algo afilado y metálico las palabras 'click', 'clash'; que se indica algo desagradable en 'groan', 'grunt'; que conllevan la idea de dispersión las palabras 'splash', 'sprinkle'; que 'gleam' y 'glamour' indican la idea de luz y claridad.
Pon a un japonés a pronunciar 'carcajear' y verás la cara que pone. O a un inglés a pedir en el restaurante 'rabo de toro'. Es que cada idioma tiene sus dificultades, y el español es de los fáciles para ciertos extranjeros. La opinión de un belga que fue rey de España, de Carlos V, es que él hablaría francés a sus amigos, holandés a sus caballos, italiano a sus mozas, español a Dios e inglés a los pájaros. El emperador estaba por agradar.
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