¡Cómo suenan algunas palabras!
josé maria becerra hiraldo
Sábado, 19 de junio 2021, 01:10
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josé maria becerra hiraldo
Sábado, 19 de junio 2021, 01:10
Cerca de cien veces nos advierte el diccionario académico de que la palabra en cuestión es malsonante. Es una advertencia, no una prohibición. Sabio procedimiento porque de otra manera acudiríamos más a su uso por el morbo que da todo lo prohibido. 'Huevón' es una ... persona lenta. La Academia considera que esta palabra es vulgar, pero ¿es vulgar porque es malsonante, o como es malsonante es vulgar? Además se añade la acepción «falto de inteligencia», como algo despectivo. Está claro, la fuerza del hombre está en los huevos, pero ¿también la inteligencia, incluso la voluntad, también la valentía? De hecho, en América 'ahuevonarse' es acobardarse, lo que en México se representa por 'apendejarse', algo cercano al lugar del cuerpo. Una chica no puede decir: «Le echo huevos al asunto y palante», y lo dice. Se ha difundido mucho por la red el escrito jocoso de Pérez-Reverte sobre la riqueza y versatilidad de la palabra 'cojón' en nuestra lengua, que si son dos, que si uno, que si medio, que si en plural, que en singular. Bueno, y si hay tantas reticencias a usar la palabra huevo, ¿cuál debemos utilizar? Está claro, testículo, esas dos glándulas sexuales ovales masculinas que segregan espermatozoides. Cosas que las mujeres no tienen, como los hombres no tienen regla y sí las mujeres. Recuerdo yo a una colega feminista igualitaria que se quejaba de que solo las mujeres tuvieran regla. Por su cercanía nos corresponde ahora hablar del pene, que tiene muchas denominaciones malsonantes: 'camote' en México, 'carajo' en América, 'chorra', 'minga', 'picha', 'pijo', 'polla' en España. Respecto a esta última denominación circula otro bando por nuestra tierra de las diversas significaciones que alcanza en la conversación. El asunto es 'la polla'.
En cuanto al órgano genital femenino, el término estándar es vulva, el malsonante es 'coño' en España, 'concha' en la confluencia rioplatense de Sudamérica, y los expresivos 'chichi', 'chocho', 'chumino'.
Cuando las parejas se reúnen, en ocasiones, a veces, suelen practicar el coito. Lo que en América es 'chingar' y aquí 'follar', palabras malsonantes por cierto. Cuidado que 'chingón' es un tío listo y poderoso.
En cuestiones escatológicas está la cosa muy clara y no turbia. La pareja estándar es 'miccionar-defecar', incluso 'orinar-hacer de vientre', mientras que es malsonante 'mear-cagar'. El agujero anal recibe los nombres de 'ano', 'ojete', 'cerete', 'cereguete', 'orto', 'culo'. Nada que objetar en cuanto a registro. Del Potro, tenista argentino, decía de Nadal, en el campeonato mundial, de 2005: «Le voy a ganar y, además, le voy a quitar la costumbre de sacarse el calzoncillo del 'orto'». ¡Qué raro y qué culto se me hace este nombre! También me parece contradictorio porque más que el orto es el ocaso de la cosa.
Aunque si se ve desde fuera, sale. Siempre me ha parecido hortera que los catalanes pongan un 'caganet' (haciendo algo tan íntimo) en el portal navideño de Belén. Lo más curioso de esta terminología es la trascendencia que ha tenido en la comunicación. Lo que ha dado de sí en el lenguaje figurado: un 'cagadal' es un desastre en Honduras, un 'carajal' lo es en España; un 'cague', equivocación también en Honduras; un 'coñazo' es una persona pesada y fastidiosa; una 'putada' es una faena; una 'chuminada' es una tontería.
Cuando alguien da un golpe fuerte sobre algo o contra alguien, en América, se habla de 'chingadazo', 'cabronazo', 'madrazo', 'vergazal', 'coñazo', lo que en España sería una 'leche', una 'hostia', de la que termina uno 'escoñao'. En todos los casos se ha partido de una palabra malsonante referida al coito, a la maternidad o a la religión.
Aquí hablamos de lo malsonante, lo despreciable, lo desprestigiado. Podríamos aludir a lo prohibido, al tabú. Pues en español para eludir el término tabuizado acudimos a la distorsión fonética. Así, en español en lugar de decir ¡mierda! con enfado es corriente que se recurra a la interjección ¡miércoles! Encontramos distorsiones o modificaciones en expresiones que aluden a Dios: '¡Pardiez!', por Dios, '¡Rediez!', rediós, '¡Cachindiez!' que dicen en el Norte dentro de la estela de los 'mecachis', expresión usada para indicar desprecio a alguien o a algo; no sé por qué la Academia no se atreve a dar la etimología de la expresión, si es fácil y escatológica; ahí está también la distorsión 'Gee' por Jesús en inglés o recurrir a 'Thank Goodness', o como hacen los franceses a 'Morbleu'. Para decir diablo recurrimos a '¡Diantre!, ¡Diaño!, ¡Demontre!, ¡Demonche!'. Otras distorsiones que tratan de evitar la malsonancia son: 'leñe' por leche, 'concho, coñe' por coño, 'ajo, caramba, córcholis' por carajo, 'ostras' por hostias, 'pucha' por puta, 'chihuahua' por chingar en México; y las distorsiones en la palabra joder como 'jo, jobar, joé, jolín, jolines, jopé, joroba' (ya lo decía Einstein: «La jodienda no tiene enmienda»).
El tabú también lleva a la sustitución de palabras. Tal el caso de decir trasero, pompis, nalgas en lugar de culo; hez, excremento en lugar de mierda; en el lenguaje infantil 'hacer un pis' por orinar, 'hacer popó' por defecar. También se puede recurrir a un gesto para sustituir la palabra. El corte de manga no significa igual en España y en EEUU que en el Reino Unido.
¿Usted cree que yo utilizo estas palabras y estos gestos? Haga una apuesta, joé.
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