Hoy, último martes de campaña, amortiguada afortunadamente por la Semana Santa, me he levantado optimista y al igual que mi admirado Martin Luther King, tengo un sueño. En el veo cómo se redistribuye la riqueza de mi país, para que los ricos sean un poquito ... menos ricos, pero en cambio los pobres dejen de serlo. Sueño que desaparece de la sociedad el pobre con nómina, ese que teniendo trabajo no llega a fin de mes, viéndose obligado a recurrir a los comedores sociales o al banco de alimentos. Una nueva figura emergente gracias a la crisis pasada y a los que no permiten que la clase trabajadora salga de ella, haciéndoles elegir entre poner la calefacción o comer, entre encender la luz, o comprarse unos zapatos en el mercadillo.
Sueño con que no hay un sueldo o pensión inferior a mil euros, y que el que más cobra no pasa de los diez mil, rompiéndose para siempre el disparate de que determinados directores generales o responsables de empresas públicas, ganen más que el presidente de la Junta o de la nación, para facilitar después que estos últimos pasen a formar parte de consejos de administración con remuneraciones millonarias, como los de las eléctricas o la banca, por ejemplo. Sueño que alguien blinda las pensiones en la Constitución para impedir que otros las congelen, rebajen o privaticen, y ya que uno de cada cuatro votantes es pensionista, sueño con que los dioses les permitan tener claridad de ideas a la hora de votar el próximo domingo.
Y como soñar es gratis, sueño que un nuevo gobierno, apuesta decididamente por una política ecológica que cambie el modelo productivo, permita un desarrollo sostenible e impulse las energías renovables, incidiendo en la lucha activa por la repoblación y beneficiando al medio rural despoblado, evitando el fantasma de la España vaciada que, como la carcoma, avanza sin prisa pero sin pausa languideciendo los campos y hacinando las capitales, convirtiéndolas en urbes torre de Babel donde cada vez es más difícil convivir, con el consiguiente abandono de nuestros campos, poniendo en peligro la agricultura y la ganadería, imprescindibles para nuestro mantenimiento que puede y debe ser sostenible, como nuestras fuentes de energía limpias y saludables.
He soñado con un nuevo Gobierno para defender la libre unidad del pueblo de las nacionalidades y regiones de una España progresista, que ha sido, y es, patrimonio de los sectores y del pensamiento más avanzado. Unidad basada en la solidaridad, donde la pluralidad nos enriquece y cohesiona. Sin unidad no es posible avanzar en ningún proyecto de progreso, y este país tiene posibilidades infinitas siempre que siga unido. Sueño con que lo hagamos posible. Y ya que los bancos no nos devuelven los sesenta mil millones que todos pusimos para rescatarlos de la crisis que ellos habían provocado, alardeando además en la prensa especializada de cómo reparten dividendos a sus accionistas desde hace seis años, he soñado que creábamos una banca pública, donde los beneficiarios de verdad éramos los impositores con nuestra nómina o pensión, con hipotecas sin gastos, ni comisiones por los servicios, permitiendo el acceso a una vivienda digna como proclama nuestra Constitución, aunque se permita campar a sus anchas a los fondos buitres, el capital chino, bancos amigos y empresas de Ibex, con acciones contra la población indefensa como los desahucios inmisericordes. Sí, tengo un sueño, y para conseguirlo, solo confío en mi querido, admirado y venerado amigo y maestro, Manuel Alcántara. Compañero y maestro, en vos confío. Tú ahora desde el éter, junto a los elegidos, podrás hacer más que nosotros.
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