Edición

Borrar
RAÚL MARTÍNEZ / EFE
Luz y taquígrafos

Luz y taquígrafos

Opinión | Puerta Real ·

Toda degradación individual y nacional -dijo Séneca- se anuncia desde luego con una degradación rigurosamente proporcional en el lenguaje

Domingo, 24 de marzo 2019, 02:24

La informatización y las nuevas tecnologías se han adueñado hasta tal punto de nosotros, que no sólo son parte de nuestras vidas, sino que nos marcan el rumbo de nuestra existencia. Ya no están a nuestro servicio, sino que nos han esclavizado. Nadie puede prescindir ... del móvil, convertido en una prolongación de la mano. Una persona sin móvil es un bicho raro, de esos que los ecologistas clasifican entre los subgrupos de la fauna en peligro de extinción, como los linces y los quebrantahuesos. El móvil, que comenzó como un terminal de telefonía sin cables, y que facilitaba las comunicaciones sin tener que permanecer en un lugar determinado mientras se hablaba, sirve ahora para solventar cualquier necesidad, desde pedir una pizza de madrugada a escuchar música en una tarde de soledad; desde leer la prensa o grabar una conversación a pagar un café cortado. Eso sin entrar en esa otra función de sentina y albañal por el que fluyen basuras, infundios, mentiras, calumnias, insultos y toda clase de detritus mental que producen los espíritus corrompidos. Pero estábamos en los aspectos positivos del instrumento. Si todo el mundo tiene móvil, ¿por qué cuando surge una discrepancia -ya sea en un acto político, en una disputa callejera o en una comunidad de vecinos- siempre hay alguien que pide luz y taquígrafos? ¿Dónde se puede encontrar un taquígrafo que acuda presto con su libretilla o su estenotipia a tomar nota de lo que se discute? ¿No es más operativo pedir que se grabe?

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

ideal Luz y taquígrafos