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El teatro de la política

El teatro de la política

Opinión | La carrera ·

La actividad política se ha convertido en un enredo de verborreas

Martes, 26 de febrero 2019, 23:48

La política lleva tiempo subida al escenario. A los políticos les encanta el teatro, las bambalinas, la tramoya, revestirse de saineteros carpetovetónicos. Se enardecen cuando se abre el telón y los focos les siguen. Desean creerse exégetas shakesperianos, pero sobre todo aman la tragedia griega ... donde ellos, los personajes, se mueven en dramática lucha contra los hados del destino, pero sin final. Los políticos no buscan el desenlace escénico. Toda la obra es un diálogo de sordos. Cada cual, cada actor, declama su monólogo, muestra su perfil favorito al público y espera su ovación. La política quiere ser ante todo un espectáculo, un espectáculo chillón, de enfurruñamiento permanente, que sólo sabe del esperpento y de producir emociones espurias en la ciudadanía, tirando por los suelos lo bueno del debate público. Se trata de caricaturizar al adversario, de agraviarlo hasta el ridículo. Tengamos en cuenta que la representación no está dirigida al público de la sala, o sea al ciudadano directamente, sino que está dedicada a los grandes medios de comunicación, a la televisión y a las redes sociales, que son los que dictan cómo es la realidad. Ni el propio Guy Debord, cuando en 1967 publicaba La sociedad del espectáculo, pudo imaginar a qué niveles llegarían tantos y tantos políticos de nuestra época en su lucha por el poder. La actividad política se ha convertido en un enredo de verborreas.

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