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Una noción básica con la que empezábamos a discurrir políticamente en nuestra adolescencia era que la izquierda representaba los conceptos más democráticos y libertarios, mientras que la derecha si no era contraria a la democracia, era bastante poco amiga de ella. Este planteamiento simplista luego ... sería desarrollado por cada uno según sus experiencias, su capacidad intelectual o su profunda ignorancia, ya que ese ideal republicano de una sociedad capacitada y formada de manera competente desde el punto de vista político no ha hecho más que alejarse conforme algunos iban 'mejorando' la democracia según sus propias incapacidades. No hay más que ver al presidente del gobierno español en la ONU haciendo gala de su profundo analfabetismo político e histórico.
Si alguien piensa que vive en la sociedad de la información, en la ciudadanía más formada de toda la historia de la humanidad, se equivoca tan profundamente hasta el punto de ni siquiera intuir que está inmersos en la época de la desinformación, de la manipulación mediática más escandalosa- ya ni siquiera es sutil- y a las puertas de una regresión política que no sabemos hacia dónde nos conducirá realmente: si hacia un futuro donde el totalitarismo solo variará en sus beneficiarios, o hacia un mañana donde inevitablemente estallarán las tensiones doctrinarias-libertarias en forma de algún tipo de guerra, cuyo marco mundial no sería descartable. La anomalía histórica que sufrimos es tan perturbadora que podría afirmarse una realidad opuesta a la tradicional: ya no es, en las democracias, la derecha su principal enemiga y amenaza, sino la nueva izquierda reaccionaria, que ha convertido su credo y doctrina polisémica en una especie de teocracia pretendida con la que sustituir, eso sí en nombre de una mejor y más pura democracia, a la democracia liberal. El objetivo no es otro que ir imponiendo a las nuevas generaciones –y amortajar a las viejas– con una especie de burka ideológico y moral que evite su autonomía vital e intelectual. La izquierda apenas tiene ideas para mejorar nuestro mundo y hacerle frente a los problemas que sufren los trabajadores; simplemente se conforma con elaborar un catecismo cada vez más totalitario con el que darnos en la cabeza a todos hasta que consigan esa sociedad monolítica y alienada que siempre pretenden los tiranos autoritarios.
En los pilares doctrinarios más agresivos contra nuestras libertades como personas se encuentra el feminismo excluyente y censor que se está aceptando e imponiendo como una 'filosofía política' que solo busca la igualdad entre el hombre y la mujer, algo que era así en el pasado pero que actualmente esconde un lobo inquisidor con piel igualitaria. Sin embargo, en estos últimos meses estamos asistiendo a otro movimiento que cobra cada vez más fuerza y que empieza a moldear las mentes de los ciudadanos, ignorantes a la vez que temerosos, que compran ese mensaje apocalíptico de que el mundo llega a su fin por culpa del cambio climático, profetizado por una adolescente con serios problemas mentales que es tratada en la ONU como si fuera la autoridad moral y científica incuestionable que viene a flagelarnos por nuestros graves pecados de adultos capitalistas y de derechas. Porque a pesar de que gran parte de la derecha se haya apuntado a este discurso del apocalipsis climático, en el fondo esta ideología ecologista o como se le quiera llamar es otro paso doctrinario de la nueva izquierda que busca, obviamente, utilizarlo contra la derecha.
¿Por qué la izquierda reaccionaria va ganando la guerra cultural a nivel mundial contra la derecha democrática? Porque la derecha aún no se ha dado cuenta de que estamos inmersos en una terrible confrontación cultural donde todos los valores tradicionales de occidente, es decir, liberales y democráticos, están siendo erosionados, atacados y deslegitimados, uno a uno, de cara a configurar esa nueva sociedad perfectamente progresista, donde todos seamos miembros de la iglesia republicana, feminista, ecologista y vegana.
Decía Rousseau, en su Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, que era contrario a las leyes de la naturaleza «como quiera que se definan, que un imbécil guíe a un hombre sabio». Hemos llegado al siglo XXI con los imbéciles en las élites del poder, los sabios perseguidos por sus verdugos voluntarios, y el futuro de la humanidad pendiente de los gritos que propague una adolescente enajenada. No tengo claro que esta vez, desde el cielo, nos caiga un Mesías.
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