Nada que ver con Nicolas Cage y John Travolta, en aquella película en la que se someten a un trasplante de cara. Si hoy usted oye hablar del cara a cara inmediatamente sabrá que se refiere al debate-pelea que, según dicen, sostuvieron en la ... tele don Pedro Sánchez y don Alberto Núñez, más conocido por Feijóo, y que un servidor se esforzó en no ver ni oír. Y digo bien lo de 'esforzarse' porque supuso toda una batalla sortear la cantinela que llegaba, y llega, sin pedir permiso ni perdón. Incluso me pedían que votase para opinar quién de los dos había ganado.

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Tanta como la de aquel que visitó en la cárcel a su hermano mellizo quien, terminada la vista, salió tranquilamente a la calle. Se fugó por la cara –nunca mejor dicho– y dejó en su lugar al hermano visitante.

Y eso que a un servidor siempre le ha gustado decir las cosas a la cara, pero no como un desafío, no como un 'te vas a enterar', no. Opinar, debatir, aclarar o poner los puntos sobre las íes con naturalidad, con transparencia y en busca de la verdad de las cosas. Sin acritud, como decía Alfonso Guerra.

El método seguido para zafarse del cara a cara fue sencillo. A ver, te enclaustras en alguna lectura y cuando te piquen los ojillos te vas a la cama. Elemental. Pero evitar el goteo de reseñas y opiniones mil fue más peliagudo. Tres cuartas partes de los mensajes, memes, chistes y cuchufletas estaban referidos al encuentro.

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Es verdad que hoy día se escribe más que nunca antes en la Historia de la Humanidad y, además, se garabatea en cualquier sitio. Basta con tener un móvil –¿hay alguien sin móvil por ahí?– y tener interés por contarle a tu amig@ qué ha pasado en la última media hora transcurrida desde que os habéis despedido. Los más adultos no tienen la misma velocidad de escritura ni teclean con ambos pulgares, pero sí que utilizan el dedo índice para, por ejemplo, poner un mensaje a su santa, o santo, diciéndole «echa el arroz que llego en un cuarto de hora». O algo parecido. El caso es escribir.

Bien visto que lo veo, que diría 'el García', pero no me larguen tanto rollo, que hace calor, da cansera y para culebrones veraniegos ya basta con Mbappé.

Abrazos.

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