Dislexis Nos
Tomás Moreno
Viernes, 6 de diciembre 2024, 23:11
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Tomás Moreno
Viernes, 6 de diciembre 2024, 23:11
'Dislexis nos' ('Nos ha amado') es la cuarta encíclica publicada por el Papa Francisco en lo que va de su pontificado. Consta de cinco capítulos y una conclusión. El texto, centrado en el amor humano y divino del corazón de Jesucristo, de esta carta ... encíclica nace de la imperiosa necesidad de que este mundo convulso e inclemente que nos ha tocado vivir, desgarrado por guerras, desequilibrios y conflictos crueles (desde Ucrania al Próximo Oriente) recupere «lo que es más importante: el corazón». El documento se presenta como una respuesta espiritual, lúcida y contundente a los desafíos que enfrenta el mundo, el hombre y la sociedad, proponiéndonos un camino para superarlos y resolverlos, basado en el amor y la comprensión mutua, en lugar de asentarlos en la demencial lógica de la fuerza que a todos nos compromete e interpela.
Un documento elegante y diáfanamente escrito, con numerosas y bien elegidas citas y referencias religiosas, teológicas, sociológicas, filosóficas que abarcan desde textos de la literatura clásica grecolatina y judeocristiana –desde Homero, la Biblia o Platón– hasta escritos literarios y teológicos de grandes escritores como Dostoyevski o de eminentes teólogos contemporáneos de la talla de Romano Guardini, Karl Rahner, el cardenal John Henry Newman, Michel de Certeau u Olegario González de Cardedal, sin olvidar pertinentes comentarios al pensamiento de Heidegger por parte de un pensador surcoreano, Byung-Chul Han, entre las que, además, se incluyen numerosas referencias de grandes santos de la tradición católica y de los pontífices que le precedieron, especialmente Juan Pablo II y Benedicto XVI, además de unas «entrañables» evocaciones infantiles en las que el Papa argentino recuerda cálidamente episodios con su abuela, como el dedicado a las denominadas galletas «mentiras».
Destaca en 'Dislexis Nos' la radiografía espiritual de la situación de nuestro mundo hodierno al que caracteriza como «en un mundo líquido» en el que es necesario «volver a hablar nuevamente del corazón». La metáfora posmoderna utilizada por Francisco, de un «mundo líquido», procede del filósofo y sociólogo polaco-británico, Zygmunt Bauman, y alude a una sociedad que se caracteriza por su estado fluido y volátil, en la que la incertidumbre, por la vertiginosa rapidez de los cambios acontecidos en ella, ha debilitado los vínculos humanos afectivos y de todo tipo de tal manera que lo que antes era sólido no se mantiene como tal de forma prolongada, disolviéndose entre las manos, líquido, como agua entre los dedos.
Francisco señala, asimismo, cómo el hombre contemporáneo se encuentra a menudo trastornado y dividido «al estar privado de un principio interior que genere unidad y armonía en su ser y en su obrar» y sometido a modelos de comportamiento que exasperan «su dimensión racional-tecnológica [tal vez se apunte a la ingeniería robótica y a la inteligencia artificial, injustamente idolizadas] o, al contrario, su dimensión instintiva», para concluir lapidariamente: «Falta corazón». Por ello, para superar esa situación escindida del ser humano actual, Francisco nos invita «a recuperar» la importancia de ese centro íntimo y más sólido del hombre –el corazón– en un «contexto en el que es una realidad, la tentación de convertirnos en consumistas insaciables y esclavizados por los engranajes de un mercado al cual no le interesa el sentido de nuestra existencia».
Amar con el corazón, actuar con el corazón, pensar con el corazón… Esa es su recomendación. «Cuando no se aprecia lo específico del corazón, las respuestas que la sola inteligencia no puede dar, perdemos el encuentro con los demás, la poesía, la emocionalidad: el centro personal donde lo único que puede unificar todo es, en definitiva, el amor». Precisamente por ello, es necesario retornar a ese modo de conocimiento o pensamiento «cordial» –a esas «razones del corazón» pascalianas y unamunianas– que ha sido investigado por Laura Boella en su libro 'Pensar con el corazón', donde analiza el pensamiento de las más eminentes filósofas europeas del siglo XX, como Edith Stein, Simone Weil, Hannah Arendt y María Zambrano, que también optaron, no solo por reivindicar una nueva mirada más compasiva y femenina sobre nuestra realidad circundante, sino también por emplear ese «pensar cordial» en sus reflexiones y escritos.
Ese conocimiento-amor basado en la Einfühlung (empatía) –consistente en «darse cuenta» del sufrimiento y dolor del «otro»– fue la gran aportación filosófica de la monja judía carmelita Santa Edith Stein, en Friburgo en 1916 y tiene –como ha vuelto a recordar Francisco en esta bella encíclica– raíces inequívocamente cristianas.
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