Aldea de Potenkin

La zarina había encargado a su valido que modernizara esas tierras y él se limitó a construir carteles, fachadas de cartón piedra que, vistas desde el tren en el que viajaba la dueña de Rusia, aparentaban ser idílicas aldeas. Ella volvió encantada de ese viaje. En los desfiles de la posterior URSS también se utilizó el cartón piedra para fingir carros de combate, misiles, armas… Aldeas de Potenkin, decorados, engaños estalinistas.

Me pregunto si en EE UU no sucederá algo parecido, si todo ese poderío no será fruto de la propaganda, una cortina de humo. Llega un huracán a Nueva Orleans y provoca miles de muertos, con el mismo poder devastador que en el Tercer Mundo. Aviones suicidas rompieron todas las barreras de seguridad y se plantaron en el Pentágono, en la misma Casa Blanca.

Arde Hawái y la mayor potencia que han contemplado los siglos es incapaz de controlar las llamas. En las películas detienen meteoritos, se enfrentan a civilizaciones extraterrestres, pero tardan semanas en contar los votos de sus elecciones y las carreteras del interior del país parecen salidas de una novela de Steinbeck. Quién sabe si todo ese progreso no es una aldea de Potenkin y creemos que el mundo es como Hollywood nos lo pinta.