Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Fue el profeta más precoz del ecologismo, y así lo demuestra esta apocalíptica cuarteta en la que visualiza el calentamiento del planeta:
«Calor, con el sol de media tarde, calor
Qué bonito es ver las olas porque parece que arden
Calor, que penetra por ... el cuerpo, calor
Coro: Calor (Calor, Calor),
En la lumbre de tus labios (Calor, Calor)...»
El adivino en cuestión no es el 'algorero' Al Gore, sino nuestro Manolo Escobar, el Nostradamus cañí que también profetizó un futuro donde los toros llevarían minifalda. ¿Quién ha llegado tan lejos en la materia? Nadie, ni siquiera Rappel con sus sayones y sus bolas mágicas.
Es curioso, pero resulta difícil imaginar el aniquilamiento del ser humano entre glaciaciones equiparables a la rasca que recorre la Calle de la Colcha en pleno mes de enero. En todos los finales de fiesta -desde unas Fallas hasta un vulgar Armagedón- molan más los fuegos artificiales que los tiritones.
Agosto es el lago de fuego (a mi gusto, solo le falta una pizquita de azufre) que con resignación sobrellevamos los que tenemos una relación especial con las vacaciones: ellas en su casa de la playa y yo en la mía, que no está situada precisamente en la costa, sino en la Granada agostí donde las llamaradas que salen del asfalto recuerdan la brasa viva donde la carne adquiere ese puntito de bronceado barbacoa.
Los que trabajamos en agosto inventamos los domingos al sol, que es una forma digna de echarle huevos, no al calor, sino a unas patatas y comérselas con el mar al fondo. Es barato, y salvo que las medusas te rodeen y después de amordazarte, abusar de ti y finalmente robarte la tortilla, no presenta contraindicaciones con no tener vacaciones. Un domingo de agosto rumbo a Carchuna en Alsina, ataviado de gorrilla, camisa estampada y fiambrera, es la operación salida y las vacaciones del pobre. Pobre, sí, pero con orgullo de clase.
El 'Homo Achicharrao' ha descubierto que no hay posibilidad de luchar contra las altas temperaturas, aunque siempre quedan héroes que se atreven a desafiar al malvado Doctor Centígrado y sus mortíferas temperaturas. ¿Cómo un albañil bronceado como un moreno de Senegal logra remar con el palustre en pleno agosto? A mí esto me parece la gran noticia del verano, no que la gente se meta en la playa huyendo de la calor y se encuentre sin querer con la picadura sodomizante de una medusa. Siempre admiraré la fuerza de voluntad del camarero que es capaz de servir en una ardiente terraza de verano, resistiendo la tentación de beberse todos los refrigerios por el camino. También admiro al bombero que es capaz de apagar un fuego provocado, de camino que también sofoca en su interior las ganas de buscar al pirómano para hacerle una endoscopia con la manguera ancha.
Mucho más entretenido que las temperaturas es lo que la gente, paradójicamente, está dispuesta a hacer para combatirlas: tostarse vuelta y vuelta en la playa hasta convertirse un espeto de sardinas 'parrochitas'. Absurdos veraniegos con mucho más sentido común que seguir la actualidad de pactos de nuestros políticos. Eso sí que es quemarse tontamente.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
España vuelve a tener un Mundial de fútbol que será el torneo más global de la historia
Isaac Asenjo y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.