Unidad, ¿es posible?
Tribuna ·
La historia demuestra que en tiempos de crisis no ha habido unidad, es más..., lo que ha habido es todo lo contrario, desunión, radicalidad y a veces fanatismoMartes, 8 de septiembre 2020, 00:01
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La historia demuestra que en tiempos de crisis no ha habido unidad, es más..., lo que ha habido es todo lo contrario, desunión, radicalidad y a veces fanatismoMartes, 8 de septiembre 2020, 00:01
Escuchamos desde todas las partes y desde todos los ámbitos que ahora, en esta fatídica pandemia, es cuando los políticos y gobierno deberían estar unidos para sacar «España adelante»…, la historia y la realidad dice otra cosa.
La historia demuestra que en tiempos de crisis ... no ha habido unidad, es más…, lo que ha habido es todo lo contrario, desunión, radicalidad y a veces hasta fanatismo. Por poner un ejemplo las crisis previas a la Gran Guerra (Primera Guerra Mundial) y a la Segunda Guerra Mundial no suscitaron unidad en la sociedad ni en los partidos políticos, es más, desembocó ambas crisis en guerras, la última con el fatídico ascenso del nazismo. Sólo ante grandes catástrofes naturales (terremotos, inundaciones…) se genera unidad, local por lo general, y en las postguerras, también se generó cierta unidad; después de la Segunda Guerra Mundial surgió la Sociedad de Naciones embrión de lo que ahora es la Organización de Naciones Unidas (ONU), hoy en día no muy tenida en cuenta y tristemente bastante devaluada.
Todos estamos asistiendo en nuestro país y en el mundo a una pandemia que acarrea una gran crisis sanitaria, social y económica, que en España por sus peculiares características, organizativas y económicas entre otras, se antoja mas profunda y con más ramificaciones. Durante el confinamiento y en la desescalada muchos han sido las voces, y parece que es un clamor popular, que gobierno y oposición dialoguen, negocien y acuerden. Pero vemos que la sociedad está muy dividida, no sólo la clase política, las redes sociales es un clamor de posturas enconadas, radicales y frentistas contra los que no «son de los míos», contra aquellos que son diferentes y piensan diferente. Así el discurso del odio ha aumentado exponencialmente en estos meses según informe reciente de la ONG Rights International Spain solicitado por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH), en las que también incluyen prácticas racistas «institucionales» discriminatorias (sic).
No podemos exigir unidad a los políticos si no hay un mínimo de sintonía en la sociedad civil, la clase política representa a la sociedad, los hemos votado, y el novelista André Malraux aseveró que «la gente tiene a los gobernantes que se le parece» y Bernard Shaw lo dijo mejor a mi juicio, «la democracia es la forma de gobierno en la cual los gobernantes no pueden ser mejor que los gobernados». Dicho esto, a nuestros representantes se les supone y hay que exigirles generosidad y diálogo; no se puede escoger en política a los adversarios, esos también representan a una parte del pueblo, y el diálogo debe ser con todos. Es imperioso y necesario que ante esta crisis económica en la cual ya estamos enfangados, que nuestros representantes dialoguen al menos, luego llegar a acuerdos es otra cosa que también sería deseable. Es impostergable que lleguen a acuerdos sobre los Presupuestos Generales, que se hacen imprescindibles y urgente para, entre otras cosas, darle acomodo a las ayudas que vienen de Europa; a nadie se le escapa que es esas ayudas van destinadas a financiar programas y que si esos programas no están enmarcados en un marco presupuestario es más difícil y complicado diseñarlos y llevarlos a cabo, eso lo sabe el Gobierno y la oposición. Bien haría el Gobierno, por lo tanto, en ser generoso y proactivo y acoger algunas propuestas que le plantea la oposición, pero ésta debe ser responsable, condición 'sine qua non', para ser tal oposición y para tener un mínimo de seriedad y credibilidad, no se puede descolgar partidos de la oposición con declaraciones de presunta ilegitimidad del Gobierno y siempre con una sombra de sospecha sobre la actuación del mismo, por otra parte y obviamente legal y legítimo, o como dijo la reciente portavoz del PP en el Congreso «con un gobierno de socialistas y comunistas no tenemos nada de que hablar»…(sic); abjurando y renunciando a lo que Platón llamó el «principio de la democracia», el diálogo…, y más con aquellos que nos guste o no, representan al pueblo y ejerce el poder ejecutivo, el Gobierno, y dialogar aunque sean 'diferentes' y 'de otra ideología'; precisamente se les elige no para hacer políticas de twiter o de eslóganes, eso está bien para campaña electoral, o para ver quién dice la burrada más gorda que acapare el titular mas grande…, ahora hay una crisis sanitaria, social y económica y al menos deben dialogar, negociar y eventualmente llegar a acuerdos por el bien precisamente de aquellos a los que representan… la ciudadanía. Debemos renunciar a hacer daño, y reivindico la cultura de la bondad, a esa natural disposición de hacer el bien, de ser educado, correcto y enfático con el otro, con el diferente, y a buscar y encontrar espacios de diálogo y acuerdo.
Esto, a nadie se le escapa, es una tarea de todos, no solos de los políticos, también de los medios de comunicación y de la sociedad civil. Estamos deseosos de que la comunidad científica encuentre una vacuna que nos vacune contra el coronavirus, permítanme que también todos encontremos y usemos la vacuna contra la indiferencia, contra el racismo, la xenofobia y exclusión, en definitiva contra el discurso del odio creo que nos irá mejor.
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