Hasta la aparición de los sondeos, la única opinión que llegaba a los líderes políticos era la de una élite urbana, masculina, blanca y con mayor nivel de estudios, muy poco representativa del conjunto de la población
Narciso Michavila
Domingo, 24 de marzo 2019, 00:53
Los humanos tendemos a confundir la sociedad con nuestro entorno, sin ser conscientes de que vivimos dentro de una burbuja. Las encuestas permiten compensar esa limitación al ofrecernos información de fuera de nuestro perímetro vital, pues su fundamento es que todas las voces tengan la ... misma probabilidad de ser escuchadas, no sólo la del que tenemos al lado. De ahí la importancia de que las encuestas sigan las reglas de inferencia estadística, lo que en España llamamos 'cocina', para que la muestra sea representativa del conjunto, como argumentan los autores del recién publicado 'La cocina electoral en España', coordinado por José Pablo Ferrándiz. Hasta la aparición de los sondeos, la única opinión que llegaba a los líderes políticos era la de una élite urbana, masculina, blanca y con mayor nivel de estudios, muy poco representativa del conjunto de la población.
Las encuestas de voto tienen el valor añadido de visualizar no sólo el apoyo popular de cada formación, sino su capacidad de convertir el voto en escaño y de conformar posibles alianzas de gobierno. En estas elecciones será fácil estimar el voto final de cada formación, pues cada vez tenemos más herramientas de obtención y análisis de información. Sin embargo, será extremadamente complicado estimar bien los escaños de cada formación, no sólo porque España tenga uno de los sistemas electorales más complejos de mundo –al tratarse de 52 circunscripciones de tamaño desigual y un sistema proporcional corregido de asignación de escaños–, sino por la aparición de un quinto competidor a nivel nacional. Para hacernos una idea, tradicionalmente en los partidos de gobierno cada punto porcentual de voto suponía cuatro escaños, en el escenario actual, variaciones de medio punto cambian el último escaño en más de doce provincias. Incluso en un sistema mayoritario como es el Senado, donde en cada provincia se eligen cuatro senadores y donde tradicionalmente el más votado se llevaba tres actas y el segundo la restante, ahora hay empate o victoria del PSOE por primera vez en dos décadas, gracias a la fragmentación del voto conservador en tres opciones. El escenario es inédito y, por ende, es difícil saber cómo evolucionará el voto en las cinco semanas que restan hasta la cita electoral. Lo que sí sabemos seguro es que en estos momentos el gran beneficiado de la fragmentación del voto del centro-derecha es Pedro Sánchez.
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