La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha pedido a las compañías fabricantes y a los países que controlan el suministro global de vacunas una moratoria mundial para la tercera dosis hasta finales de septiembre, a pesar de que tras la aparición de la variante ... Delta la comunidad científica está sopesando la aplicación de una vacunación de recuerdo, sobre todo a la población más vulnerable por inmunodeficiente. Se trataría de no inocular la tercera dosis hasta que todos los países del mundo hubieran alcanzado la inmunización del 10% de sus habitantes. Sin embargo, la petición ha caído en saco roto. Alemania, Francia e Israel han desatendido esta recomendación y casi con seguridad otros países occidentales harán oídos sordos al llamamiento de la OMS. La pandemia ha puesto de nuevo de relieve los sangrantes desequilibrios de la globalización. En España, están vacunados con pauta completa cerca del 59% de los ciudadanos (casi el 69% con una sola dosis). En el mundo, la vacunación integral no llega al 28% de las personas y en África no se ha alcanzado el 5%. En Chad empezaron a vacunar el pasado junio, y en Tanzania, Libia, Eritrea o Burundi no se ha comenzado todavía.
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El problema consiste en que la vacunación de los países postergados no se conseguirá por el solo hecho de que los desarrollados ralenticen el proceso de vacunación en marcha. La capacidad de fabricación de vacunas no se ha agotado y lo que faltan manifiestamente son recursos y logística. Recursos para la fabricación y para la compleja distribución de unos fármacos de manejo delicado. Consciente de ello, la propia OMS impulsó la creación de Covax, una iniciativa público privada, pero que está quedándose muy por detrás de los objetivos fijados.
El año pasado, más de 200 personalidades de todo el mundo, encabezadas por Tony Blair y Gordon Brown, pidieron una reunión especial del G-20 para plantear la vacunación masiva mundial. Otras iniciativas han sugerido al G-7 que asuma el liderazgo, pero de momento no existe una acción unitaria y eficaz. Hace falta más presión de la OMS, que obtenga y canalice recursos y vacunas hacia los países menos desarrollados. El objetivo debería ser poder lograr las pautas de vacunación que la ciencia establezca a nivel mundial, que además será la única manera de erradicar de una vez por todas un virus que solo dejará de ser una amenaza cuando desaparezca.
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