Hace unos días fallecía a los 73 años la cantante y actriz Olivia Newton John, británica de nacimiento y australiana de vida, víctima de un cáncer de mama. Su popularidad se debió en gran parte al éxito mundial alcanzado por la película 'Grease' y su ... papel protagonista encarnando a Sandy Olsson. Junto a John Travolta -Danny Zuko- compusieron la pareja del momento, ayudando a los y las jóvenes de finales de los 70 y comienzos de los 80 a descubrir un nuevo mundo preñado de ritmo, libertad, sensualidad y descaro. Pero su vida profesional fue mucho más rica que solo una película. Se hizo merecedora de cuatro premios Grammy y algunas de sus canciones alcanzaron el número uno de las grandes listas de ventas, como 'Phisycal'. En Inglaterra, Australia y Estados Unidos, donde también vivió largo tiempo, fue todo un referente cultural y social, y no se cansaron de reconocérselo tanto durante su vida como tras su muerte. En Australia casi le están preparando un funeral de estado, incluyendo un megaconcierto en su memoria. Además, la ciudad australiana de Melbourne, donde creció la artista, iluminó de rosa en su honor algunos de sus edificios más emblemáticos, igual que ocurrió con la Ópera de Sídney.
Por otro lado, el pasado martes se difundió la noticia de la muerte, a los 84 años, del diseñador de moda japonés Issey Miyake, conocido internacionalmente por sus creaciones, en las que combinaba la tradición nipona con materiales y cortes vanguardistas. Murió el viernes anterior debido a un cáncer de hígado, pero haciendo honor a la extraordinaria discreción con la que vivió, dejó escrito que, tras su muerte, no hubiera funeral ni homenaje alguno a su memoria, exigiendo que la notica de su fallecimiento no se hiciera pública hasta pasados cinco días, para permitir a sus seres más allegados despedirse de él en la intimidad. A pesar de ello, no se han hecho esperar los homenajes tanto en Japón como en Francia o Estados Unidos, dado que fue en París o Nueva York donde se ganó el reconocimiento mundial por su arte. Además de en las pasarelas de todo el mundo, sus diseños han sido exhibidos en museos internacionales, haciéndose merecedor de galardones como el Premio de Kioto de las Artes y la Filosofía, la Orden de la Cultura de Japón, el Compás de Oro de Italia o la Legión de Honor francesa. Y es que Miyake trascendió a la moda, trabajando estrechamente con el mundo de la danza y lanzando su propia y exitosísima línea de perfumes 'L'eau d'Issey'.
Como no podría ser de otro modo, hay que celebrar ese reconocimiento sin ambages al genio de estos artistas internacionales, que acaban de dejarnos huérfanos de su talento aunque no hubieran nacido por estos lares. Pero no he podido escapar a la melancolía que me produce la comparación con España y el desprecio con el que, un día sí y otro también, premia a sus cradores. Recuerden la reciente polémica tras la muerte de Almudena Grandes, que dio luz al lado más rancio de la política madrileña y española, copado por personajillos tan grotescos en las formas como el alcalde Martínez-Almeida o la presidenta Díaz Ayuso. Sus regates a los homenajes organizados en honor a la escritora delatan algo más que su propia desfachatez e ignorancia, revelan el verdadero origen de su éxito político en España entera: el embotamiento intelectual de este país, abandonado a su suerte por su propia ciudadanía. No debemos olvidar que la bota que arrebató la vida de Federico García Lorca y que aplastó esta tierra durante cuarenta años aun ronda por encima de nuestras cabezas.
Que se lo pregunten a otros artistas, tan vivos y exitosos allá por donde van como Penélope Cruz, Javier Bardem o Pedro Almodóvar. Los tres, tenedores de varios premios Oscar de Hollywood y numerosísimos galardones a nivel nacional e internacional. Nada de todo eso importa, para muchísimos españoles y españolas tan solo son unos mindundis 'rojos' y perroflautas, cuando no calificados con otros epítetos que no quiero reproducir aquí.
Todos ellos, claro, personajes famosos y de economía desahogada. Imaginen lo que ocurre con creadores menos conocidos. Para ellos, este país es un verdadero desierto –o un lodazal, según se mire-. Ni siquiera el actual Gobierno de izquierdas ha sido capaz de culminar el tan necesario Estatuto del Artista, que pergeñó el recordado ministro de Cultura José Girao, fallecido recientemente –nos dejan los mejores-. Porque el cuidado de nuestros artistas no da votos en España, mucho menos en Andalucía y no digamos en... Bueno, completen ustedes mismos.
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