Ángel Iturbide
Periodista
Sábado, 24 de agosto 2024, 23:01
Hace unos días me fui de la plataforma X, la que antes conocíamos como Twitter hasta que fue adquirida por el empresario tecnológico Elon Musk. Y lo cierto es que no me arrepiento de haberlo hecho, no la necesito para nada y para informarme tengo otros vehículos perfectamente válidos. Me fui porque no soporto que me mientan y que me manipulen. Hace unas semanas el propietario de X mantuvo una conversación con el candidato republicano en las elecciones de Estados Unidos, Donald Trump.
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La cita no defraudó a nadie porque fue más de lo mismo: mentiras, bulos, medias verdades y exageraciones. Como la de afirmar que la conversación estaba siendo seguida por más de 60 millones de personas cuando en realidad los contadores de la plataforma contabilizaban una cifra inferior a los tres millones de personas conectadas. Pero bueno, eso no fue determinante para irme de la plataforma. Sí lo fueron las mentiras, bulos e insultos vertidos por Trump que no fueron frenados por Musk. Yo tengo claro que si acudo a un medio de comunicación y su propietario me miente de forma descarada, automáticamente dejo de leer, de escuchar o de ver ese medio porque para mí pierde toda credibilidad. Y eso me ha pasado con X dado que si su propietario, que debe ser quien vele por la seriedad y rigurosidad del medio, no lo hace pues adiós, muy buenas que no estoy dispuesto a dejarme manipular.
Pero más allá de la anécdota tenemos un serio problema con las redes sociales como hemos visto recientemente tras la muerte de Mateo en Mocejón o con los incidentes ocurridos en Reino Unido después del asesinato de tres niñas a manos de un joven que las redes se encargaron de difundir se trataba de un inmigrante ilegal cuando no era cierto. Sin entrar en cómo se puede solucionar el problema de los excesos y las mentiras de las redes sociales que para ello ya está la fiscalía, lo que sí es cierto es que estas herramientas de difusión de todo deja a las claras la naturaleza de quien las utiliza. Y eso sí me parece bien porque de esta manera nos vamos enterando de cómo está el patio a nuestro alrededor. Eso es bueno y positivo porque deja a las claras lo que piensa cada cual y en el caso de los partidos políticos lo que defiende y asume cada uno de ellos bien sea por acción bien por sus silencios. El otro día el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, puso en X un mensaje en el que daba cuenta de que en el ferry de Ibiza a Barcelona habían subido diez marroquíes a los que describía con gafas de sol, teléfonos móviles y con aspecto saludable para lanzar luego la sospecha de lo que podría ocurrir (la mayoría ya lo sabemos, escribió), cuando llegasen a puerto y se desplegasen por diferentes ciudades catalanas para sentenciar que «esto acabará como Francia antes que después. Al tiempo». El tirar la piedra y esconder la mano es un ejercicio que a García Albiol se le ha dado especialmente bien. García Albiol representa a un partido como el Popular y lo primero que se espera es que el partido se pronuncie o bien amparando al alcalde de Badalona o bien censurándolo. Pero ni una ni otra porque el PP en los últimos meses es especialista en dejar mensajes contradictorios que en nada ayudan. Tan pronto Alberto Núñez Feijóo vincula inmigración con delincuencia como provoca la ruptura con Vox por apoyar el reparto de menores no acompañados llegados a Canarias entre las diferentes comunidades autónomas del país. El mensaje de García Albiol fue muy criticado y muy mal defendido en televisión por el propio autor del mismo. Como es natural se pidió al Partido Popular que se pronunciase sobre el mismo siendo el silencio más absoluto la respuesta. Hombre, Bendodo dijo que no lo conocía y que no podía leer todo lo que se escribe en X. No le ocurrió lo mismo a la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, que sí lo leyó y el jueves afirmó en Bilbao que «se están viviendo situaciones en España que todos vemos, todos pensamos y algunos escriben», dando su apoyo de esta manera al alcalde de Badalona. Tampoco nos debe extrañar mucho esta afirmación viniendo de la que fuera alcaldesa de Logroño, capital de la única comunidad autónoma española que nunca ha acogido a menores que llegan a España solos.
Viniendo el apoyo a Albiol de la número 2 del Partido Popular es fácil argumentar que esa es la postura del partido. Pues bien, no todos vemos y pensamos esas situaciones en este país. Por supuesto, somos muchos los que consideramos que existe un problema serio y real con la llegada de inmigrantes a nuestras costas y que son la Unión Europea, el gobierno central y los autonómicos quienes deben buscar soluciones al mismo, y somos muchos, también, quienes, en una labor esencialmente humanitaria, trabajamos para que quienes lleguen tras mucho sufrimiento no reciban aún más sino que, por el contrario, tengan una acogida cálida y llena de esperanza. A Cuca Gamarra y al PP les invitaría a escuchar, por si las han olvidado, las palabras de Juan Moreno Bonilla dirigidas a Vox en el Parlamento andaluz cuando aseguró que «no voy a participar en la cacería del inmigrante». Que se las envíen también a Feijóo y a García Albiol.
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