La estadística y los estudios son machacones. Granada es la segunda provincia española con mayor grado de contaminación en sus cielos, eso que ahora no ponemos la calefacción, y lo que es peor, carecemos de la industria suficiente para pretextar la contaminación. No somos los ... altos hornos de Bilbao, ni las petroquímicas de Huelva campan aquí por sus respetos, así que el asunto es de marramo puro, de una desgracia que nos acompaña desde el 2 de enero de 1492, y de la que es imposible zafarse. El hecho es que durante siglos alguien nos ha convencido de que podíamos vivir de la belleza de nuestro paisaje, de nuestros monumentos y de los blasones que jalonan el escudo y nuestra bandera, pero nada más lejano de la realidad. Aquí ponemos un circo y nos crecen los enanos, si no que se lo digan al difunto Miliki, que vino a Granada a poner la mejor escuela de circo jamás soñada, en la tierra de sus abuelos, Popof y Teddy, después de haber triunfado por todo el mundo, y el asunto fue un rotundo fracaso del que Jesús Valenzuela sabía más que yo.
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Nuestra suerte es tan negra que el cielo de la ciudad de la Alhambra amanece con una boina de contaminación cada mañana, como si nuestro suelo estuviera plagado de grandes astilleros con chimeneas humeantes. Aquí, por fracasar, fracasó hasta el Polo de Desarrollo de Franco, que solo logró instalar una fábrica de cañas de pescar, y si no que se lo pregunten a Vicente González Barberán. Lo nuestro es de un cenizo extraordinario, hasta tal punto que yo he pensado que podíamos sacarle rendimiento. Podríamos envasar el aire contaminado de la ciudad y venderlo en el extranjero. Hay otros países que ya te venden el aire de su tierra en latas, y no tienen la Alhambra. Dado que no hay motivos para que seamos la segunda ciudad más contaminada, creo que, por la noche, cuando nadie los ve, aquí vienen aviones cargados de contaminación y nos lo sueltan sobrevolando la city, como los hidroaviones abren sus compuertas para dejar caer el agua sobre un incendio, de otra manera no es explicable el hecho.
Pienso que si nosotros vamos después con avionetas y nuestras latas preparadas, alcanzamos la nube de porquería y vamos llenando las latas y las cerramos, podemos venderlas como un asunto inexplicable de la naturaleza: aire contaminado de la ciudad de la Alhambra, sin motivo ni razón. Estoy seguro de que nos las quitarían de las manos. A fin de cuentas, lo único que hacemos es vender humo, como nuestros empresarios y políticos, que no hacen más que inventar grandes proyectos en papel de fumar. Dicen ellos que Granada fue la primera provincia en tener una incubadora de empresas, asunto éste que jamás he comprendido para que sirve, y del que nunca he visto el menor resultado. Me ocurre lo mismo con los emprendedores, que para que emprendan se les ofertan cursos y másteres de posgraduados, solo para entretenerlos y que no desesperen tras la licenciatura. Aquí se inventaron los nichos de negocio para incautos que no sabían que los nichos eran de Emucesa. Los viveros de empresas, encuentros de negocios en la red, cursos para modernizar el tejido empresarial..., milongas y humo, mucho humo para ocultar la incapacidad política y empresarial de sacar esta provincia de la noche oscura del alma. ¡Ya está bien de cantamañanas!
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