La que se ha montado con el decreto de medidas de ahorro y eficiencia energética del gobierno. La subida de los costes y la guerra de Ucrania están detrás de la nueva normativa, que ya cumple un par de semanas en vigor. Entre las soluciones ... más polémicas se encuentra la de establecer un mínimo para la temperatura del aire acondicionado en los 27 grados. Normal, en lugares muy concurridos el sudor empapa nuestras axilas, dejando ese cerco tan poco estético, al más puro estilo de Camacho durante su etapa de entrenador.
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Tanta protesta cuando nos tocan la comodidad de los adultos y cuando se trata de los más pequeños nada de nada. Me explico… ¿Cuántos grados puede haber en las clases de nuestros hijos desde mayo hasta septiembre? Seguramente muchos más de 27, ¿no cree? ¿Cómo es posible que nuestros hijos, sobrinos, vecinos,… tengan que ir a clase y soportar esas temperaturas?
Hay aire acondicionado en la práctica totalidad de las dependencias públicas, excepto en las aulas. ¿Cómo lo explicamos? Hospitales, ayuntamientos, mercados de abastos, dependencias policiales,… Incluso cuentan con aire refrescante en salas de profesores y despachos de dirección. Parece lógico que donde las personas pasan mucho tiempo, en los meses de calor –y también en los más fríos- se pueda regular la temperatura. ¿Acaso el clima en los colegios e institutos responde a otras variables diferentes a las del resto de escenarios?
Tal vez en Oviedo, en Bilbao, en Soria o Huesca las temperaturas durante la recta final y el inicio de las clases sea más suave, pero en el Sur y, concretamente, en Almería, hace mucho calor. Solo hay que comprobar los datos meteorológicos de este año y de los anteriores. Tampoco estaría mal que quienes tienen capacidad para tomar decisiones se diesen una vuelta por las clases, para comprobar en sus carnes lo bien que se está con 25 alumnos, el profesor titular y el de prácticas.
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¡Pobres! En plena pandemia, con la norma de abrir las ventanas para que circule el aire, se han muerto de frío en invierno y de calor en verano. Es curioso, pero como ellos protestan menos que los mayores y, sobre todo, todavía no votan, pues se les somete curso tras curso a estas situaciones sin que nadie haga nada por remediarlo, ni tan siquiera por denunciarlo. Nadie como los niños almerienses a la hora de ahorrar energía para el crudo otoño que se nos está anunciando.
El cambio climático está provocando que el calor llegue antes, se marche más tarde y, además, sea más intenso. La planificación educativa también necesita un cambio, que adecue la situación de las aulas de nuestros hijos al contexto actual, permitiendo poder controlar el clima por el bien de alumnos y docentes. Si nuestros niños y jóvenes no necesitan climatización, entonces que la corten también en la Plaza Vieja, en San Telmo y en la Carrera de San Jerónimo.
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A ver cuántas aulas son capaces de mantener la temperatura a 27 grados a partir del día 12 de septiembre, cuando se retomen las clases. Estoy seguro de que sus inquilinos firmaban poder contar con los criticados 27 grados del decreto de medidas de ahorro energético.
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