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Viaje al Sur
Tribuna ·
Punto y seguido a 36 años de ejercicio del periodismo en una provincia que acogió siempre bien al autor del artículoÁngel Iturbide
Domingo, 17 de enero 2021, 00:05
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Punto y seguido a 36 años de ejercicio del periodismo en una provincia que acogió siempre bien al autor del artículoÁngel Iturbide
Domingo, 17 de enero 2021, 00:05
Vuelvo la vista atrás y veo un chaval de 26 años totalmente despistado llegando a una ciudad como Almería de la que apenas había oído hablar. Ese chaval era yo y llegué en abril de 1985 con la intención de encontrar trabajo. Era periodista porque ... así lo ponía el título que me puso bajo el brazo la Universidad de Navarra. Pero poco más, porque apenas había trabajado, así que me consolaba pensar que era un diamante en bruto que había que pulir. Y comencé a pulirme en Almería, porque fue aquí, después de visitar varias ciudades andaluzas, donde comencé a trabajar. De cualquier manera, con la inconsciencia de los 26 años yo estaba convencido de que no iba a estar aquí más de un año. Me equivoqué y mucho.
Erré muy a mi pesar ya que enseguida me di cuenta de que yo aquí no encajaba. Fue el día en que iba por la calle y alguien me gritó: 'Neneeee'. No me volví, aquello no iba conmigo. Al poco, también en la calle, otro me dijo: 'Niñoooo'. Tampoco me giré, pero me convencí de que tenía que salir de aquí rápido porque a mí no me habían llamado nene o niño jamás, ni siquiera mi madre. Al poco de llegar iba por la, hoy, avenida de la Estación y entré en una librería. En mi tierra no existe el 'fixo', lo que hay es 'cello'. Así que entré, saludé y al dependiente le faltó tiempo para darse cuenta de que no era un autóctono. «¿Tiene cello?», le dije yo y él con toda su flema me contestó: «No, sellos no tenemos» pronunciando como si se tratara de Rajoy todas las S.
Aquellos eran tiempos de trabajo y diversión y poco a poco sí que fui encajando. Porque además había cosas que me hacían mucha gracia. En el fondo creo que he tenido mucha suerte porque para un chaval de 20 años vivir las décadas de los 80 y los 90 es lo más que le puede pasar. Aquellos fueron años duros, pero los mejores desde el punto de vista de la cultura, la política, la música, la vida en la calle... Fueron muy buenos años y yo he tenido la suerte de vivirlos en esta tierra en la que me fui integrando muy despacio. Además me gustaban las cosas que me pasaban porque no era capaz de entenderlas. Por aquel entonces frecuentaba mucho San José. No era lo que hoy es y tenía un encanto especial. Un fin de semana andábamos por allí y nos quedamos a comer en un bar del pueblo. Nos sentamos y vimos un cartel que decía 'Docena de sardinas, X pesetas'. Pedimos las sardinas y cuando el camarero dejó la ración sobre la mesa vimos que en el plato había 10 sardinas. «Oiga, que en el plato hay diez sardinas y en el cartel pone que la ración es de una docena', le dijimos. 'Sí, pero es que son muy gordas', dijo sin inmutarse. A los postres, un amigo, también periodista y de San José, que era un fanático de un tipo de helado de chocolate que se llamaba 'Negrito' pidió uno de ellos. Al momento vino el camarero con un plato en el que descansaba un helado, también de chocolate, pero que nada tenía que ver con el 'Negrito'. Como conocía al camarero le dijo: 'Nene, que esto no es un 'Negrito'. A lo que contestó: 'Ya lo sé, pero es que la caja de los 'Negritos' está en el fondo de la nevera con un montón de cajas encima'. Por supuesto que nos reímos, y por supuesto que volvimos muchas más veces porque, aunque no te sirvieran con exactitud lo que pedías, se comía muy bien.
Y poco a poco me fui formando y ejerciendo una profesión apasionante, aunque no las tenía todas conmigo y como era culo de mal asiento me fui hasta en dos ocasiones, y qué tendrá Almería que en otras tantas volví. Despacio fui llenando la mochila de la experiencia en La Crónica; en Antena 3 Radio donde estuve el tiempo suficiente para darme cuenta de que la radio no era lo mío y que respirar y locutar a la vez era muy complicado; en la revista Poniente Hortofrutícola donde me apasioné con la información agrícola de esta provincia; en Soria Semanal; Gaur Exprés, periódico que apenas duró 9 meses y no por mi culpa precisamente; en Navarra Hoy; en la corresponsalía en Navarra de El Mundo en su edición del País Vasco; en el Periódico de Extremadura, en Cáceres; en La Voz de Almería en dos etapas diferentes y en IDEAL los últimos 24 años hasta el viernes pasado.
Tiempo suficiente para darme cuenta de que he sido afortunado al trabajar en algo que me ha apasionado desde el primero y hasta el último día. Ha habido sacrificios, por supuesto. Echando la vista atrás me apena el tiempo que no he podido pasar con mi familia biológica. No estar cuando mi padre murió hace ya once años. O haberme evitado esos sobresaltos que me llevo cada vez que voy a ver a mi madre que ya ni siquiera me conoce, pero deja que la acaricie. Pero a cambio he ganado una mujer que jamás me ha puesto un impedimento para viajar a mi tierra y eso se agradece; una mujer que comprendió desde el principio cuál era mi profesión y lo que ello conllevaba como no aparecer por casa ningún día antes de las 22 horas o más o que asumió que no podía contar conmigo dos fines de semana al mes durante muchos años; una mujer que además es almeriense lo que me ha garantizado nobleza, sinceridad, diversión, buen humor y ganas de reír; una mujer, por último, que me dio un hijo (y este a su vez una nuera fondonera a los que me siento muy unido) y que me dio su familia que siempre me ha tratado como uno de ellos aunque hable con las S y que ha ido aumentando con unos sobrinos a los que adoro.
En fin, que echo la vista atrás y veo a aquel chaval de 26 años en la vieja estación de tren totalmente despistado pero que mirando con perspectiva creo que he sido muy afortunado. He tenido la suerte de desarrollar una profesión apasionante que me ha permitido conocer mucha gente que, de una u otra forma, me han enriquecido. Contar historias es emocionante, contar lo que ocurre a nuestro alrededor y lo que le ocurre a la gente como nosotros lo es mucho más. He tenido la suerte de trabajar con grandes periodistas y de dirigir a un equipo de profesionales que podrían sobresalir allí donde fuesen. He contado siempre con unos jefes que me han hecho madurar profesionalmente, que han confiado en mí y de los que he aprendido muchísimo. Pero no todo ha sido tan apacible. Ha habido momentos malos, sobre todo con aquellos que no entienden esta profesión y creen que son intocables y siempre en posesión de la verdad. Me refiero a algunos políticos (no todos claro), con los que siempre he intentado mantener en lo profesional una distancia prudencial.
Ya sí he llegado al final de una etapa. Y sí, vaya que sí me integré en esta tierra que es mi primera casa. Porque llevo con orgullo ser navarro y almeriense a la vez y de eso muy poca gente tiene el honor de presumir. Ya no miro atrás. El chaval de 26 años se convirtió en un hombre de 62 que mira al futuro con ilusión. Un futuro que se escribirá en Almería.
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