![Viva el partido comunista](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202211/11/media/cortadas/vazquez-kdtF-U180670650656gYB-1248x770@Ideal.jpg)
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Si tuviese que apostar, diría que hasta hace una semana el 90% de los españoles menores de 50 años no había oído hablar jamás de Queipo de Llano. Tampoco voy a mentir, en mi caso podía situar al militar en el tiempo, pero tampoco fui ... nunca un experto de su vida y obra. Lo mismo pasa con Millán Astray, fundador de la Legión y protagonista de las decenas de diálogos inventados por la izquierda del rencor entre él y Unamuno. Si recopilásemos todas las estafas sobre la 'Guerra Civil de Gibson' y demás pitufos-historiadores adosados al fabulador inglés, podríamos elaborar una enciclopedia de idioteces y cuentos desesperantes. Lo que sucede es que esta idea de supuesta enciclopedia es el fin último de las leyes liberticidas y falsarias que pretende imponernos esa dictadura del rencor progresista, que empezó con la memoria histérica del aparcero de 'Madruro' y la izquierda 'cocalera' latinoamericana y sigue ahora con esta basura legal, política, argumental e histórica que es la ley de la memoria democrática.
Por el momento tenemos a nuestro favor que aún existen autores y cauces para desmontar todas las fantasías sobre la II república y todas las estafas sobre la Guerra Civil que buscan imponernos auténticos analfabetos como el actual secretario primero del Congreso de los Diputados, que tiene la osadía y el arrojo desvergonzado de poner un tuit explicando que a Unamuno lo asesinaron los nacionales. O esa lección de una de las organizaciones familiares mediático-armadas de la izquierda –los escolares– donde nos cuenta una anécdota entre Unamuno y Millán Astray empezando la fábula por un «dicen que dijo»; cualquier persona medio aseada intelectualmente no daría ese paso con la intención de sentar una cátedra historiográfica, aunque ya sabemos que en esto de la memoria histérica no existe una historia verificable posible sino un relato manipulado, cuando no inventado, que roza, en muchas ocasiones, lo ridículo.
Llegados a este punto, si todavía existe algún cándido, de estos centristas del guindo, que no tiene claro el verdadero fin de la dictadura de la revancha de la izquierda, ahí tenemos el nuevo sello conmemorativo que ha sacado a la venta Correos: nada menos que para celebrar el centenario del nacimiento del partido comunista español. Aquí, obviamente, no existe ni memoria ni historia, porque el comunismo está del lado bueno de la histeria. Da igual que el Parlamento europeo equiparase la doctrina nazi a la comunista, porque en este país se hacen homenajes a figuras como Fidel Castro o el Ché Guevara y hasta muchos comunistas simpatizan con Putin y sus crímenes de guerra. Pero es absolutamente innegable que el Partido Comunista tuvo un papel imborrablemente activo y responsable en el estallido de la guerra fratricida entre españoles.
Los que dicen que Queipo de Llano fue un asesino de guerra suelen ser los mismos que aplauden emocionados en homenajes a Carrillo o a la Pasionaria en su llegada al Congreso tras la muerte de Franco. Sobre la responsabilidad de Santiago en Paracuellos no se ha querido hablar demasiado, por lo menos hasta que a Pablo Iglesias no le apetezca un día salir a cagarse en su tumba y en su memoria dentro de su carrera enloquecida para purgar lo que quede de Podemes. Es llamativo que lleve la izquierda varios lustros llamando herederos del franquismo primero al PP, después a Vox, e incluso lo han insinuado de Ciudadanos, mientras que las dos únicas siglas que quedan en pie de aquella época terrible son la del PSOE y la del PCE.
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