En esto de la política –tal y como van los derroteros– cada vez estoy más convencido que hay que volver a empezar. Tenemos que regresar a la casilla de salida de 1976, y empezar como si nada hubiera pasado, dada la magnitud del despropósito ocurrido ... en los últimos 'forrenta' años, que diría mi admirado Antonio Fraguas. Echando la vista atrás, este pueblo hispano henchido de libertad rompía entonces las cadenas del dictador para alcanzar la democracia, que es el menos malo de los sistemas políticos inventados por el hombre. Pero la degradación que estamos alcanzando nos devuelve en el espejo de la sociedad actual, gentes descreídas, cuyos anhelos de igualdad y solidaridad puestos en un gobierno libremente elegido los han llevado al más rotundo desconsuelo, hundiéndolos en el fracaso vital de lo que pudo ser posible, y ahora se muestra más lejano aún que en el segundo lustro de los años setenta del siglo pasado.

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Proclamo a voz en grito desde esta tribuna que ahora será más difícil alcanzar la libertad y la confianza en las instituciones –más de lo que fue entonces–, porque la corrupción política y social, que incluso ha llegado al palacio de la Zarzuela, ha ido minando a las criaturas que un día confiaron en sus políticos e instituciones, incluida la Corona, y ahora ya no se fían ni del que nació en Belén. Eso es lo que han conseguido los trincones y desalmados que desde la banca a la milicia, con tarjeta black o sin ella, han ido esquilmando las arcas de todos en beneficio propio. Mangantes de guante negro, que nunca devuelven lo robado, y a los que costeamos casonas y escoltas con nuestros impuestos, que ya es el colmo de los despropósitos. Somos como el sastre del Campillo, que cosemos de balde y, además, ponemos los hilos. Llevan 40 años robándonos, escondidos tras el escudo de la democracia, y nosotros sonriendo y pagando la cama. ¿Se puede ser más incauto?

Por eso tenemos que volver a empezar, regenerando un sistema político que se nos ha podrido en tan poco tiempo, que sigue masacrando a la clase obrera para proteger a los ricos, contentándonos con cosas tan pueriles como la entrega de las llaves del Pazo de Meirás. Que se metan el pazo en los güevos, manda carallo, que yo no llego a fin de mes, llevo toda la vida trabajando y me va a quedar una pensión de mierda, si es que me llega.

Ya lo dijo mi idolatrado Eduardo Punset al inicio de los años noventa, cuando vio venir a todos estos pancistas. Formó con gente de bien, una plataforma que nos hubiera sacado de todo esto, llamada 'Foro' y que se definía como de centro liberal, que propugnaba un discurso regeneracionista con listas abiertas, limitación de los mandatos presidenciales y reforma de la ley electoral española. Cuando los 'artistas' de los demás partidos vieron lo que se les venía encima no dudaron en asfixiar la iniciativa, obligándolos a desaparecer en 1995. Y claro, de aquellos polvos… estos lodos

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