Hay que votar, aunque sea al menos malo
CARTA DEL DIRECTOR ·
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CARTA DEL DIRECTOR ·
No hará falta que les recuerde, amigos lectores, que hoy es el gran día de la democracia, el menos malo de los sistemas políticos que tiene como base la representatividad, elegir de manera indirecta a quienes nos van a gobernar.
Hemos sufrido una campaña electoral ... floja, sin elevada talla política, escasa de ideas y hasta aburrida, ni siquiera animada por los dos debates consecutivos de los líderes de los cuatro primeros partidos con mayor presencia hasta ahora. La verbalización de mentiras ha sido arma arrojadiza entre todos; fichajes de última hora que no dejan de ser casos de transfuguismo y demuestran que en política hay quienes se aferran a permanecer en el cargo, en un partido u otro; ofertas de pactos que aparentan signos de debilidad o nerviosismo, como que Casado abriera la puerta a un posible gobierno con los de Abascal; Rivera dedicado a repartir a diestro y siniestro; Sánchez a reivindicarse en su papel de presidente, aunque fuera a golpe de decretos y sin descartar el indulto a los golpistas, y un Iglesias que ha intentado revestir su populismo con una impostada institucionalidad, es un pobre balance para llegar hoy a las urnas.
Sobre la quinta fuerza, la ultraderecha de Vox, ha gravitado gran parte de la contienda dialéctica de unos y otros. La movilización de simpatizantes en sus actos electorales es un indicio a tener en cuenta, un clima de éxito y una exhibición sin complejos. Su apelación a los sentimientos, como característica fundamental del populismo, ha sido otra de sus estrategias, así como alimentar el monotema de Cataluña. Hasta el final se habla de ellos sobre unos resultados que superarían sus mejores expectativas, no sé muy bien si fruto de su propia intención e intoxicación, 'fake news' incluidas, en busca del efecto contagio y arrastre o, por el contrario, movido por sus rivales para sembrar el pánico y conseguir una movilización en otro sentido de los que todavía pudieran estar indecisos.
Los del «no sabe», como siempre, se han convertido en objeto de deseo. En estos tiempos dicen que el voto se decide a última hora, según los sociólogos e investigadores demoscópicos, pero pienso que hay mucho voto oculto, muchos encuestados que se avergüenzan en expresar su opción y que votarán tapándose la nariz.
¿El bloque de las derechas tendrá la mayoría suficiente para gobernar o será Sánchez el que podrá hacerlo con Podemos o necesitará a los independentistas? Son las preguntas a contestar a partir de la irrupción de Abascal y de cómo quede la derecha a partir del escrutinio de esta noche, pero me temo que lo más importante, un gobierno estable y creíble tardará, sobre todo con el horizonte tan cercano de otros comicios, locales y autonómicos en muchas regiones, en los que los pactos entre partidos serán moneda de cambio.
A pesar de todo merece la pena que acudamos hoy a las urnas, aunque sea para dar el voto también al menos malo. La apuesta debe ser la convivencia entre los españoles y nuestro mejor bienestar, salga lo que salga, un gobierno que gobierne para todos. ¿No les parece?
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