La pelea entre Vox y el PP se está convirtiendo en el asunto morboso de la campaña electoral catalana, que por momentos supera a la cuestión principal, la de si Illa conseguirá que el PSC sea la fuerza más votada o la siguiente, cuál de ... los partidos nacionalistas sale mejor parado. Se trata de una guerra entre hermanos, siempre más virulenta que entre desconocidos, en la que los populares tienen mucho que perder y sus adversarios mucho más que ganar. Y esa diferencia se nota en que los primeros se muestran más nerviosos y más agresivos y agresivos que los segundos.
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El PP nacional nunca ha encontrado su sitio frente a la emergente Vox por la sencilla razón de que este no es un partido nuevo surgido a su derecha, como Podemos lo es del PSOE en el campo de la izquierda. Vox es sencillamente una escisión del PP. Para más inri sus máximos dirigentes eran al menos hasta hace poco amigos y compañeros integrados en alas similares de la familia popular. Abascal fue presidente de Nuevas Generaciones del País Vasco en la época de María San Gil; Casado, presidente de Nuevas Generaciones de Madrid cuando su líder era Esperanza Aguirre. Y ambas políticas transitaban de la mano en las alturas populares, enfrentadas juntas cuando venía al caso contra Mariano Rajoy.
Abascal, dicen, aún se duele de los ataques personales que le dirigió Casado desde la tribuna del Congreso de los Diputados en el debate de la reciente moción de censura. El presidente del PP quería que quedara muy clara su ruptura con Vox y quizás se pasó de frenada. Incluso creó problemas a algunos de sus barones regionales que gobiernan gracias al apoyo de Vox en Andalucía, Castilla y León y Murcia. Los tres y sobre todo Núñez Feijóo le habían pedido que soltara amarras con el partido a su derecha, pero tampoco tenía que exagerar. Como ahora resultan llamativas las acusaciones del PP nacional de que Abascal se ha convertido en el salvavidas de Pedro Sánchez, e el felpudo del Gobierno y cosas peores .
Lo que se juega en estos días es la campaña electoral catalana y, en concreto para Pablo Casado, su supervivencia en el caso, difícil pero no imposible, de que Vox obtenga mejores resultados que el PP. El escenario de la pelea está ubicado en los votos que ha dejado huérfanos Ciudadanos; lo que está en disputa es la herencia de Rivera y de Arrimadas. De ahí que el líder popular se proclame de centro todos los días y Abascal eche una mano al Gobierno para que los fondos europeos lleguen pronto a España. El duelo promete.
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