Vuelta a las andadas
Puerta Real ·
Los que no están por la comedia ni por la tragedia son los jóvenes. Están por la vida, por la libertadSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
Puerta Real ·
Los que no están por la comedia ni por la tragedia son los jóvenes. Están por la vida, por la libertadNi niños, ni jóvenes, ni viejos. El Gobierno no sabe qué hacer con ellos, los barandas de las autonomías, tampoco y la sociedad dócil y espesa, menos aún. Va a comenzar el curso escolar; padres y profesores están de los nervios. La ministra Celaá hace ... tiempo que hizo patente ostentación de su ineficacia. Los tiernos infantes todavía no saben si volverán a ver a sus amigos y si van a conocer a las nuevas seños o los nuevos profes. En whatsapp, los padres comparten nerviosismo y dudas en plan terapia grupal, pero no consiguen ver la luz al final del túnel. Tampoco ven el túnel. Me niego a creer que esta falta de visión, este despiste, se deba a las apariciones del dúo Simón&Sánchez en la tele durante los últimos meses, pero también es posible que una sobredosis de estas homilías conlleve efectos secundarios hasta despertar el espíritu burlón de Jonathan Swift, quien en su satírica 'Modesta proposición' destinada a evitar que los niños sean una carga para sus padres, proponía que la solución era cocinarlos y comérselos. Ya se sabe que de la comedia a la tragedia solo hay un paso.
Los que no están por la comedia ni por la tragedia son los jóvenes. Están por la vida, por la libertad… y por volver borrachos a casa, solos o en compañía, siguiendo el catecismo de las reverendas madres superioras de la Igualdad. Son coherentes; se les ha educado en el hedonismo, lejos de cualquier responsabilidad y consecuentemente se comportan tal cual. El horizonte de su inmediato futuro termina donde acaba la barra del bar. No recuerdo si era esto lo que Zapatero llamaba educación para la ciudadanía. El caso es que los chicos hacen lo que les han enseñado: «Vive y bebe que la vida es breve». Y a estas alturas Simón&Sánchez quieren ponerles la mordaza. A buenas horas, mangas verdes.
Y quedan los viejos. Nuestros viejitos, que estorban en todas partes y terminan en esos santuarios del olvido que llamamos residencias de mayores. Porque en esto de renombrar instituciones somos unos maestros. Pero nos quedamos en el cascarón, en la carcasa: en los jardines de entrada, el amplio hall, las habitaciones con un gran ventanal que da a la arboleda o a la calle. Todo es magnífico, aséptico, luminoso, cómodo. El personal es eficiente, abnegado, diligente, cariñoso, paciente. Los abuelos tienen todo lo que puedan necesitar mientras esperan el tren de lejanías. Tienen de todo menos la caricia y el beso de los hijos. Cuando tarda en llegar el sueño, no viene aquella carne de su carne a consolarlos. Y ahora, con este largo viacrucis de la Covid-19, menos. En esa sutil línea en que se juntan la hipocresía, el egoísmo y la angustia, van subiendo solos con su amargura y su soledad al vagón de su último viaje, sin que el Gobierno, las autonomías o la sociedad hayan intentado encontrar la forma de que puedan abrazar por última vez en el andén de esa última estación a sus seres queridos.
No hemos salido mejores. Hemos vuelto a las andadas. Simón&Sánchez persisten en dar palos de ciego, o de tuertos de ambos ojos, mientras seguimos dóciles y pastueños, pero más desnortados.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
España vuelve a tener un Mundial de fútbol que será el torneo más global de la historia
Isaac Asenjo y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.