El problema de la vivienda en nuestro país es un hecho. Quienes la adquirieron a finales del siglo XX o antes de la burbuja inmobiliaria ven ahora como la inaccesibilidad a la que se enfrenta su descendencia va a retrasar su desarrollo social y personal, ... eso si no tienen problemas en el ámbito laboral, donde la precariedad agrava la situación y retrasa sin límite la independencia de nuestros jóvenes.
Parece que nadie sabe cómo ponerle el cascabel al gato o si lo saben, no se atreven. En ese punto la vivienda pasa a ser un comodín en torno al cual hacer girar bulos que alimentan idearios radicales, destinados a culpar de este problema, a los «okupas», «inquiokupas» y los migrantes, es decir, las clases sociales más desvaforecidas, los pobres, aquellas familias que ya fueron desahuciadas con la crisis de 2008, que sí, que eso es pobreza, y que la pobreza que tanto nos avergüenza reconocer vive en nuestro barrio, en nuestro edificio y, probablemente, nos la topemos en el bus, el médico o en el súper, disfrazada para pasar desapercibida y evitar ser arrinconada en el sótano.
Y no, ni migrantes, ni «okupas», ni «inquiokupas» han generado el problema de la vivienda, este derecho constitucional se vulnera y se les roba cada día a más personas a causa de la corrupción inmobiliaria que generó la burbuja, a causa de la especulación, de los alquileres turísticos y a causa de la creencia popular, cada vez más asentada, de que no va a haber dinero para las pensiones de la generación X, con lo que desde hace décadas para esta generación el ahorro para la jubilación dejó de ser un plan de pensiones con una entidad bancaria, para ser la inversión en vivienda.
Dicho esto, voceros de la derecha y la ultraderecha ondean la bandera del miedo rebuscando casos particulares que, ciertamente existen, pero no pueden servir de ilustración general. El miedo a ir a la compra y que te ocupen la casa, esto es allanamiento y la policía actúa rápido. El terror a marcha de finde semana, de puente o de vacaciones y, a la vuelta, encontrarte que tu casa ha sido ocupada y que como han pasado más 48 horas, ya no se puede echar a los intrusos. Esto no es verdad, pero claro nos quedamos en eso, se escucha en las proclamas, las tertulias, en los bares y hasta del vecino bienintencionado que tiene un primo que ha montado una empresa «Anti-Okupa» y el personal se lo cree. Esta bendita costumbre nuestra de quedarnos con el resumen que nos hace algún ser voluntarioso. Que no, que aunque pasen más de 48 horas de la «ocupación» solo tienes que ir a la policía con una copia de tus escritura o un recibo y/o el testimonio de un vecino y la policía detiene a los intrusos. Para la segunda vivienda, infórmate y recordemos las palabras del magistrado Joaquín Bosh «Estadísticamente es más probable que te maten por la calle a que entren ocupas en la vivienda en la que estás residiendo», esto afecta al 0'057 % de las viviendas en España, y sí, cito fuente, el Ministerio del Interior.
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