Alejandro Monteverde
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Alejandro Monteverde
María Estévez
Jueves, 12 de octubre 2023, 00:40
'Sound of Freedom' fue el taquillazo sorpresa del verano en Estados Unidos y la última causa de la guerra cultural que la extrema derecha mantiene contra los principales medios de comunicación norteamericanos. El 'thriller', del director y guionista mexicano Alejandro Monteverde, cuenta el viaje de un agente rebelde de Seguridad Nacional, Tim Ballard (Jim Caviezel), para salvar a los niños secuestrados de una red colombiana de tráfico sexual.
Producida de forma independiente y a través de 'crowdfunding' por 14,5 millones de dólares, la película superó los 200 millones de recaudación en taquilla y sus defensores consideran el éxito una respuesta a la sumisión de Hollywood al movimiento 'woke' en el que incluyen películas como 'Barbie'. No en vano el expresidente Donald Trump organizó recientemente una proyección de la película en su campo de golf de Nueva Jersey. La cinta acaba de llegar a la cartelera española.
-¿Por qué 'Sound of Freedom' es tan polémica?
-La idea de este filme comenzó en 2015. Yo estaba escribiendo otra película cuando vi una pequeña noticia sobre el tráfico de niños y la pornografía infantil. Me sacudió y pensé que debía hacer algo al respecto. La explotación y el abuso sexual infantil es un crimen real y horrible, que necesita ser reconocido y confrontado. Pero la aceptación de la película por parte de los seguidores de QAnon -es una de las teorías de la conspiración de la extrema derecha, que habla de una supuesta trama secreta contra Trump- ha secuestrado la intención de crear conciencia y la ha convertido en un grito de guerra de sus seguidores. Es desgarrador y me duele. En el momento en que comenzaron a etiquetar la cinta con teorías de conspiración, se desacreditó la pureza del trabajo.
-La película también incluyó una táctica de taquilla inusual: un vídeo con Jim Caviezel al final de los créditos que invita a los espectadores a comprar entradas para que otros vayan a ver la película.
-Al principio no estaba totalmente de acuerdo con esa campaña. Me dijeron: «Vamos a poner un vídeo al final donde hablará Jim». Yo me sorprendí, pero tenía que confiar en los productores. Nadie pensó que esta película iba a hacer la taquilla que está haciendo. Es una completa sorpresa, incluso para mí. Pensé que esta película nunca se estrenaría y terminé regalando mis derechos. Yo no voy a ganar ni un dólar.
-'Sound of Freedom' ha agitado la política en Estados Unidos, ¿espera que suceda lo mismo en otros países?
-Vamos a ver qué sucede cuando se lance internacionalmente. Si a nivel global, también lo logra, entonces no se puede negar, pero estas mismas teorías de conspiración no existen en México, Argentina, Francia, Italia o España. No puedo esperar a ver qué va a pasar. Quiero mantener la humildad. Me siento emocionado.
-Luchar contra la explotación infantil parece ser lo último que debería dividir a la gente.
-Creo que es la cultura en la que vivimos. No podemos dejar de etiquetar las cosas. Si no dices cuál es tu posición, entonces es un problema. Si te niegas a dar tu punto de vista político, te dicen: tienes que hacerlo. ¿Pero por qué? Y esa es una pregunta. Imagina un puesto de hamburguesas. Podrías tener un budista horneando el pan, un musulmán haciendo la hamburguesa y un católico sirviéndola. No vas a decir que es una hamburguesa religiosa. Entonces, ¿por qué hacemos eso con el cine? Deja que la película hable por sí misma.
-¿Sigue sintiendo que Jim era la persona adecuada para el papel?
-Cuando escucho el nombre de Jim Caviezel, pienso en uno de los actores más profesionales que he conocido, que se dedicó en cuerpo y alma al personaje. Lo que hace después, esa es su vida personal. El actor principal necesita realmente creer que las atrocidades están sucediendo y tener una convicción al respecto. Cuando estaba haciendo el casting, buscaba a alguien apasionado por el tema. Si hicieras una película sobre el calentamiento global, no elegirías a un actor que conduce un Hummer, buscas al actor que limpia los plásticos en la playa. Cuando cené por primera vez con Jim, vi lo cerca que estaba su corazón a esta causa. Él mismo adoptó a tres de sus hijos en China. Su convicción de querer arrojar luz sobre la trata de niños era tan profunda que me emocionó.
-¿Cómo responde a las quejas de que la película caracteriza erróneamente a las víctimas?
-Nuestro impulso principal era hacer una película sobre el tráfico de niños, crear conciencia, pero nunca decir que esta es la única forma en que sucede. Hay, lamentablemente, madres que venden a sus propios hijos. Niños abusados por sus tíos. No digo que eso no esté sucediendo. La película está impulsada por una historia que es la punta del iceberg. Cuando me sumergí un poco más profundo, me asusté mucho. Es aún más oscuro.
-¿Tuvo control de su proyecto?
-Cuando dirijo una película, una de las cosas que les pido a todos es que me dejen hacer de director. Puedes hacerme todas las preguntas que quieras, pero al final del día, si tenemos dos capitanes, el barco se hundirá. Como director, quiero que la gente me deje hacer lo mío. Cuando esta película estaba aparcada, no sabíamos quién la iba a distribuir. Todo lo que sabía es que los productores se lo habían quitado al distribuidor que lo tenía. Luego vino Angel Studios y dijo: «Tenemos un plan». Para mí, como narrador, cualquier cosa que pongas dentro de mi película que no sea mía me va a doler. No importa lo que sea. Así que esto era una cuestión de confianza. Respeto y admiro el trabajo que hace Angel Studios, porque no es una película fácil de comercializar. Estoy muy agradecido con ellos.
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