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Con Daniel Guzmán e Itziar Ituño se cumple eso de que uno puede salir del barrio, pero el barrio no termina de salir de uno. ... Ambos acaban de adentrarse en la cincuentena; uno es de Aluche, en Madrid, y la otra de El Kalero en Basauri. «Apuesta lo que quieras que en Basauri me sentiría como en mi casa», reta Guzmán, que inauguró el viernes la 28 edición del Festival de Málaga con su tercer trabajo como director, 'La deuda'. Hasta barajó rodar esta crónica de supervivencia en Vizcaya. «Y no por los incentivos fiscales, sino por el peso del pasado industrial en el paisaje».
Quizá era solo cuestión de tiempo que se juntaran un cineasta que no concibe sus filmes sin la denuncia social y una actriz que no duda en pronunciarse políticamente, aunque ello, lamenta, le haga perder proyectos. Ganador de dos Goyas (por el corto 'Sueños' y como director novel de 'A cambio de nada', Biznaga de Oro en Málaga), Guzmán no solo dirige sino que está presente en casi todas las escenas de un drama con armazón de thriller, que denuncia la gentrificación de los barrios céntricos de las grandes ciudades y que pivota en torno a la culpa que atormenta al protagonista.
Estamos en las calles traseras de la Gran Vía madrileña, donde se expulsa a los inquilinos más antiguos para montar pisos turísticos. Guzmán vuelve a ser ese chaval de barrio con buen corazón (y ya no tan chaval), que coqueteó con el lado salvaje de la vida y que acompaña al médico a una mujer mayor que ha recibido una orden de desahucio. En una mala decisión, nuestro héroe roba un desfibrilador para sacarse 300 euros. Con tan mala suerte que cuando llega poco después al centro sanitario un crío moribundo no tienen con qué reanimarlo.
El protagonista se empeñará desde entonces en lograr el dinero para salvar la vivienda de la mujer que le crió y entrará en contacto con la madre del niño que murió, encarnada por Itziar Ituño. En su odisea le ayudará un implacable capo del crimen al que vende su alma (Luis Tosar, que trabajó en las dos cintas anteriores del realizador) y una bondadosa enfermera (Susana Abaitua).
Daniel Guzmán, que fue boxeador y grafitero con el alias de Tifón antes de actor, todavía se considera parte de Aluche. «Las historias que se me ocurren parte de mis vivencias, no voy a hacer 'Interestelar'... Yo crecí en Aluche en los 70, un mundo salvaje. Este guion nació cuando acompañaba a mi abuela todas las tardes a que recibiera oxígeno y me fijé en el desfibrilador. Después pensé en darle una estructura de thriller, lo que es curioso porque es un género que no me gusta».
'La deuda' se rodó en más de 60 localizaciones de Madrid, tres veces más de lo que suele ser habitual. De Malasaña a Fuencarral, pasando por Bravo Murillo y los polígonos del extrarradio. Un esfuerzo de producción que prosiguió con el trabajo con los actores, que tuvieron mucho tiempo para ensayar y lograr interpretaciones orgánicas.
«Dani y yo nos reconocimos enseguida, somos de la misma especie. El barrio marca», ríe Ituño. «No sabía que habías planeado rodarla en Basauri, si lo hubieras hecho te habría presentado a todos los de mi barrio. Cuando les dije que trabajaba contigo, querían que te llevara para invitarte a unos potes». Guzmán sabe que le conocen de 'Aquí no hay quien viva': «Ya verás cuando vean la peli, ya. Dirán: ¿y este es el de la comedia?».
Itziar Ituño
Actriz
Itziar Ituño todavía no sufre en su amado Basauri la gentrificación que denuncia 'La deuda'. «De momento estamos a salvo. Me van a matar, pero es que Basauri es un poco feúcho», ironiza. Sin embargo, cuando sale por el Casco Viejo bilbaíno siente pena. «Veo que desaparecen los sitios con identidad propia y solera», lamenta. «Mi aita me llevaba a Bilbao en autobús. Íbamos a un bar en el que había txikiteros cantando y comíamos una gilda. Ahora todo es como de plástico, está puesto para el turismo, tratando de generar una sensación de confort...». «De mentira», corta Dani Guzmán. «Es un decorado. El turismo es de paso, no se queda. Solo se trata de que consuman. Y por eso el espacio también es de consumo».
Para Itziar Ituño, que una película lance un mensaje social que ella comparte es un plus para protagonizarla. «Siento que la historia que contamos sirve para mucho y puede cambiar las cosas. Porque cuando algo te emociona, cambia tu perspectiva y a veces hasta haces algo. El cine es una herramienta muy poderosa. Yo recuerdo ir a ver sola de cría 'El último mohicano' y salir transformada».
Cantar 'Sarri, Sarri' con Fermin Muguruza ante 15.000 madrileños ha vuelto a poner en el ojo del huracán a la actriz. «Tengo temor a las consecuencias, pero me lo trago», se sincera. Para Guzmán, la sinceridad de Ituño «primero la hace mejor persona y después mejor actriz». «No suelo ver a menudo esa valentía y heroicidad en esta democracia que nos venden».
«Tú eres igual que yo, debe venir con lo del barrio», contesta Itziar Ituño. «Hay cancelaciones y gente a la que condenan al ostracismo por pensar y opinar. Yo duermo bien, pero cuando se forman estas bolas de nieve, como las dos que me han tocado en mi vida, se pasa mal. Nadie es de piedra». Pero, ¿se puede hablar de cancelación con una película que inaugura el Festival de Málaga? «A mí se me han caído proyectos. Eso está a la orden del día, lo puede contar mucha gente. El problema es separar al autor de la obra. Igual habría que empezar por ahí».
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