![La ladera suroeste del barranco de Huenes se eleva sobre el cauce histórico del arroyo que baja desde el Trevenque](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/201912/31/media/huenes-barranco-hervidero-012.jpg)
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Juan Enrique Gómez y Merche S. Calle
Jueves, 2 de enero 2020, 15:23
Hay un enorme cerro alomado que preside el paisaje de este a sureste de la ciudad de Granada y su metrópoli. Se hace omnipresente bajo la silueta blanca de Sierra Nevada. Es el cerro de Huenes, una enorme extensión que antecede las laderas nevadenses, circundado por los cauces del Monachil y el arroyo de Huenes. Un espacio natural en el que cohabitan ecosistemas vírgenes con zonas de repoblación forestal, dehesas y campos de labor. Una montaña trazada con mil caminos que conectan pueblos, cortijos y barrancos. Una verdadera frontera física entre las tierras de Dílar, la depresión de Padul y el Valle, con la cara noreste de la sierra y las poblaciones del cauce del Genil, que tenía que ser salvada por arrieros, pastores y sus ganados. Una de esas vías es la cañada real de Huétor a Dílar, que desde el conocido como Barrio Monachil, asciende en dirección hacia los pinares de Cumbres Verdes, los Llanos y el Hervidero. Lo hace sobre los tajos que caen hacia el cauce del arroyo de Huenes, bajo la inmensa presencia del cerro.
Caminar desde el área recreativa de los Llanos hacia el Hervidero, es disfrutar de un paseo de poco más de 3 kilómetros, con puntos donde disfrutar de un paisaje en el que el invierno tiñe de verde las laderas mientras las nubes reposan sobre las altas cumbres de la sierra. La cañada real ha sido siempre el camino más corto utilizado por los montañeros para subir desde Granada hacia el área del Trevenque. Con la carretera entre la Zubia y Cumbres Verdes, la cañada real se ha quedado como un camino por el que, aunque pueden pasar coches, solo discurren peatones y ciclistas.
Se inicia en la zona más alta del Barrio de Monachil. Desde allí asciende hasta el área recreativa de los Llanos y, en esa confluencia, se puede continuar hacia la Zubia o subir por la cañada, entre pinares que llegan hasta el llamado mirador del Arroyo de Huenes, en el que se aprecia como todo el camino está trazado sobre un territorio de tajos de rocas calcáreas, en algunos puntos con caídas en terraplén de más de un centenar de metros. No es imaginable que mientras caminas entre los pinares, a pocos metros, existen cortados dignos de ser observados.
Es la ruta de los tres miradores del arroyo y el cerro de Huenes, ya que a lo largo de los tajos que caen sobre el cauce, se han habilitado tres puntos para observar el paisaje, el primero es el del Fraile, muy cerca de Los Llanos, el segundo es el del Barranco del Lobo y el tercero el del arroyo del Huenes. El final de la ruta, en la confluencia con la carretera de la Zubia y el camino hacia el Hervidero, es también un impresionante mirador sobre la dehesa del hervidero, los Alayos, el Trevenque y las altas cumbres.
Son caminos en los que en primavera crecen especies de orquídeas autóctonas y que en otoño e invierno se llenan de setas. Es fácil ver grupos de coprinus de color blanco, que aparecen sobre la tierra al borde del camino; de setas de esponja entre los musgos en puntos donde hay encinas y quejigos; pequeñas micenas, que como casitas de duendes, nacen en las piñas caídas, otros hongos que crecen sobre los excrementos de vacas y la conocida como seta de la tinta, porque al deteriorarse genera una sustancia de color negro azulado que fue utilizada como tinta durante siglos. Bajo los pinos, los restos de piñas que han servido de alimento a las ardillas. Los excrementos depositados sobre matorrales y piedras te indican que ese lugar es territorio de zorros. Sobre las copas de los árboles se oyen suaves sonidos de pájaros, son herrerillos y carboneros, y de vez en cuando, un fuerte croar, como si de una rana se tratase, que delata la presencia de arrendajos, un ave del tamaño de una paloma de alas azuladas, que ya no emigra y se mantiene todo el año en los pinares.
Es una ruta fácil, apta para todos los públicos, que puede hacerse de ida y vuelta hasta el Hervidero, o pasear de forma parcial entre el área recreativa y el mirador del arroyo. Otra opción es desde el Hervidero, bajar hasta el mirador del arroyo de Huenes y volver a seguir la jornada en el chiringuito más conocido de la baja montaña nevadense.
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Martin Ruiz Egaña y Javier Bienzobas (gráficos)
Inés Gallastegui | Granada
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
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