El Valle de Lecrín sorprende al visitante durante las cuatro estaciones del año. En verano también guarda valiosos tesoros relacionados con el agua que riega sus fértiles tierras y su gastronomía que encandila al paladar. Son numerosos los rincones y las rutas que se pueden disfrutar durante los meses de calor en esta perla de la provincia de Granada. También los restaurantes en los que disfrutar de una sobremesa previa a recetas milenarias o una cena acompañada del fresco clima del bien llamado Valle de la Alegría.
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Es obligado, para también comprender la historia de toda la provincia, visitar los baños de Dúrcal -también conocidos como Baños de Urquízar y Vacamia-. Para ello hay que adentrarse en la zona del Peñón de los Moros, donde se levantaba un castillejo previo a la época nazarí, del que solo quedan sus ruinas y un aljibe.
El acceso a estas pozas milenarias no tiene dificultad, por lo que plantea como un plan de verano para toda la familia. Hay que descender por el lateral de la ermita de San Blas. Aquí, un cartel ya advierte de las aguas medicinales. Desde este punto se puede descender a pie, pero también se puede continuar en coche por los caminos que serpentean bajo la Autovía del Mediterráneo. Hay dos pequeñas explanadas para dejar el vehículo. Después, tras una pronunciada curva a la derecha hay que bajar por el barranco para llegar a estas agradables pozas.
Las aguas de Urquízar fueron declaradas como minerales en el año 1990, en 2006 como termales y en el año 2010 obtuvieron la declaración de aguas minero-medicinales. Y es que su composición es buena para enfermedades relacionadas con la piel o las articulaciones.
Río arriba
El Valle de Lecrín también ofrece excursiones para los más aventureros. Uno de estos planes es la llamada ruta de los Bolos en el río Dúrcal, un sendero que comienza en el pueblo con el mismo nombre que el río. La ruta se puede iniciar junto a la parada de los Mondarinos, en el casco urbano del pueblo. Aunque es más cómodo desplazarse hasta allí en coche y completar el día con una comida en alguno de los restaurantes cercanos.
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Dónde comer: Restaurante El Molino del Puente. Un molino de harina del siglo XVII restaurado. Dónde cenar: Restaurante Los Naranjos, en Melegís. Ideal durante la noche para disfrutar las bajas temperaturas del Valle de Lecrín.
La ruta es idónea para realizar durante los meses de verano, ya que el agua del río Dúrcal está bastante fría y resulta perfecta para combatir el calor. El recorrido, considerado de dificultad media, es apto para realizarlo en familia aunque no con niños demasiado pequeños. En total se recorren unos siete kilómetros y es aconsejable llevar bañador, toalla y una muda de ropa, así como calzado apropiado para caminar entre rocas, ya que la ruta es por el curso del propio río.
El cañón del Valle
Esta es una de las rutas más especiales y poco conocidas de la provincia. El Barranco Luna comprende un gran cañón formado por la erosión de la roca con el paso del tiempo. En total, son 700 metros de recorrido muy accidentados y con un gran contraste de luz y penumbra que está llenos de pozas y saltos de agua.
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Este atractivo natural se encuentra en Saleres y se puede iniciar la ruta desde el aparcamiento del cementerio de la localidad. Desde allí hay que subir la carretera y coger el primer carril de desvío que hay a la derecha, a unos 100 metros. Hay que recorrer el sendero hasta encontrar que empiece la bajada hacia el barranco y cuando haya una bifurcación siempre permanecer al margen derecho.
Una vez en este punto comienza la diversión. La parte fresca, sombría y de más dificultad. Aquí, dentro del cauce del río, se pueden apreciar la inmensidad de las paredes que han ido cediendo su nivel con el paso de miles y miles de años. Los más observadores también pueden ver los múltiples fósiles marinos que hay incrustados en las rocas. Cuanto más se avanza, más se estrecha el camino y más atractiva es la ruta.
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