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Desde 1963 son un vestigio del pasado, de una época en la que la comarca del Marquesado del Zenete era sinónimo de riqueza y foco de empleo para sus habitantes, un período en el que Jérez del Marquesado llegó a contar con más de 3.200 habitantes (actualmente son 983, según el padrón de 2023) y donde la extracción minera era el principal motor económico de la localidad y de la vecina Alquife, una industria que hunde sus raíces en la prehistoria, en la cultura del Algar y el Neolítico, con explotaciones minerales de la Edad de Bronce que continuaron después en época romana, visigoda y nazarí hasta llegar a la primera mitad del siglo XX.
Son las minas de Santa Constanza, que ya fueron explotadas en época romana y visigoda y probablemente vivió su mayor apogeo durante la época nazarí de Granada, según se recoge en los 'Documentos árabes del Cenete' publicados por Ángel González Palencia.
Situadas a 1,5 km al noroeste del casco urbano de la localidad, en la vertiente sur de la loma de La Lorita, se trata de un yacimiento de filones conformado por varias fallas escalonadas. Los elementos más habituales son siderita, calcopirita y goethita. De este último se obtiene el cobre, el mineral que más relevancia concedió a la explotación con los años.
La explotación de estos filones se extendió de forma intermitente a lo largo de más de un siglo sin llegar nunca a ser rentable debido a los elevados costes de extracción, dificultados por la continua presencia de la capa freática y a las inexistentes infraestructuras ferroviarias.
El primer intento de explotación se produjo en 1865, en plena transición entre la primera y la segunda revolución industrial. Pedro de la Puente Apecechea, que había cerrado la Fábrica de oro o de San Fulgencio en Caniles, construye en Jérez una fundición de hierro que bautizó con el nombre de Santa Constanza, en honor a su mujer. Para abastecer la metalurgia se impulsó la minería del entorno con el control de varias minas y la compra de mineral a los rebuscadores de la zona.
La explotación minera, necesitada de un desagüe cuantioso, fue siempre irregular y el empresario decide cerrar la fábrica nueve años más tarde, en 1874, después de haber extraído entre 1866 y 1872 sólo 400 toneladas de mineral, de la cuales 150 toneladas fueron de metal.
El 1 de agosto de 1888 se constituye la Sociedad Jérez-Lanteira, con un capital social de seis millones de pesetas dividido en 24.000 acciones (en la actualidad se pueden adquirir en internet acciones originales en papel por entre 30 y 36 euros, en webs de coleccionismo), y la explotación minera vuelve a activarse para la extracción de cobre de Jérez.
El responsable en esta ocasión fue el reconocido empresario belga Hubert Meersmans, afincado en Granada capital (era propietario del Carmen de los Mártires) y persona clave en la entrada de grandes capitales extranjeros en las explotaciones mineras de la zona (belga, francés y británico, en gran medida). Meermans pone en marcha una nueva fundición con dos saltos de agua desde donde generar aire comprimido para trasladarlo a la zona de explotación, a cuatro kilómetros, por medio de una tubería.
La innovación tecnológica (Jérez fue de las primeras zonas en España en las que se introdujo la perforación de aire comprimido), el empresario belga, afamado mecenas y tratante de arte en la capital, fracasa de forma estrepitoso por al empobrecimiento de las menas. En 1894 la explotación minera vuelve a quedar abandonada después de extraer unos cientos de toneladas de metal. De la inversión de Meermans se conserva aún un castillete del pozo maestro de Josefina. Era de 105 metros de profundidad y 200 metros en horizontal y estaba en la planta más larga de las siete existentes.
Medio siglo estuvieron detenidas en el tiempo las Minas de Santa Constanza, cuyos pozos se inundaron en ese período y sus instalaciones cayeron en franca decadencia. En 1944, un lustro después del fin de la Guerra Civil española, se produce el último intento de explotarlas, de la mano de la Sociedad Española de Construcciones Electro-Mecánicas (SECEM). Se aprovecharon para ello las antiguas escombreras (mineral con un 28% de cobre) y se acondicionaron de talleres, oficinas, almacenes, viviendas y el desagüe de la mina, que acumulaba 100 metros cúbicos diarios.
Solo otra década más duró este tercer intento. En 1955 las minas de Jérez del Marquesado fueron abandonadas una vez más. Sería la definitiva, aunque durante ocho años, hasta 1963, se mantuvo el lavado de las antiguas escombreras. Se paralizó toda actividad de extracción y se desmontaron las instalaciones. En esos once años, de la Mina 10, nombre con el que se rebautizó, se extrajeron pequeñas cantidades de mineral. Sobre todo, cobre, que curiosamente se destinó a acuñar las primeras monedas de pesetas de España.
Hasta la Segunda República española las pesetas fueron acuñadas en plata con aleación de platón. Tras la Guerra Civil, el régimen franquista decidió apostar por materiales más económicas y las monedas se empezaron a acuñar con una aleación de cobre y níquel. El cobre de Jérez del Marquesado se enviaba a Guadix en camión y desde allí se transportaba en tren hasta Córdoba, donde se acuñaban las monedas de curso legal.
Actualmente, casi 70 años después del cierre solo se conservan parte de las instalaciones, en un estado semirruinoso. Hay restos de las viviendas, de los talleres y de las torres de extracción, que son visibles desde la carretera GR-5104, sobre todo desde el puente del Arroyo Bernal.
De momento, no hay visos de algún proyecto que recupere parte de su esplendor, no ya para la extracción mineral, sino en sentido turístico, como promovía un interesante trabajo de fin de máster de la Universidad de Granada firmado por Roberto García Guerra en 2012, donde tras un exhaustivo estudio del lugar, proponía su puesta en valor y su posible musealización. Ahí quedó.
Para llegar allí desde Jérez del Marquesado se puede hacer a través de caminos rurales, partiendo de la calle del Zacote, junto al Sagrado Corazón que hay a la entrada del pueblo. Existe un cartel informativo y basta con seguir las indicaciones a lo largo del camino para llegar hasta el complejo minero. Son apenas un par de kilómetros que se pueden hacer a pie, en bicicleta o incluso en un vehículo ya que el camino da acceso a fincas y cortijos y es transitable.
Si se parte desde Granada capital, hasta Jérez del Marquesado hay apenas una hora de trayecto (unos 68 kilómetros), a través de la A-92. Hay que llegar hasta Guadix, atravesar la localidad accitana, tomar la N-324 y poco después girar a la derecha en dirección a la GR-5104.
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