De las cientos de posibilidades que tiene la provincia de Granada para hacer senderismo, son pocas, apenas una docena, las rutas que ofrecen una travesía con algún puente colgante en el camino que nos haga sentirnos como Indiana Jones en El templo maldito. En esta ' ... caza' de estructuras suspendidas sobre barrancos o ríos hemos seleccionado los cinco más significativos, aunque en realidad son algunos más porque solo en el sendero de Los Cahorros en Monachil hay cinco.
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Estos son los cinco 'colgados' por Granada que nos trasladan hasta Sri Lanka, donde Harrison Ford rodó parte de la famosa escena en la que un puente colgante, construido a tal efecto para la película, acaba destruido a base de machetazos y 14 maniquíes caen por el desfiladero.
1 Ruta de Los Cahorros (Monachil)
La ruta de Los Cahorros, en Monachil y en pleno Parque Natural de Sierra Nevada es, sin duda alguna, la más famosa de Granada entre el gran público. No es la preferida de los 'profesionales' del senderismo, pero es la más divertida y espectacular para quienes salen poco a andar por el campo. En sus 9,5 kilómetros de recorrido, que se tardan en completar unas cuatro horas, esta ruta contiene cinco puentes colgantes. Para quien padezca de vértigo quizá no es la más recomendada. Sobre todo porque hay que atravesar el puente colgante más largo de España, cuyos 63 metros de longitud se encuentran a 15 metros de altura sobre un barranco donde las cascadas hacen la vista hermosa. Es el Puente de la Chorrera. Hay quien lo que califica de impresionante y a quien le parece abrumador. Indiferente no deja, claro está.
Hecho de madera y acero en la actualidad, se encuentra tras pasar el desfiladero del río Monachil, siempre que hagamos la versión de la ruta en sentido descendente desde la Era del Portachuelo. En el extremo inicial se levanta sobre un gran muro de hormigón que el pasado servía de represa de la vieja central hidroeléctrica. El agua cae en cascada hacia una poza profunda y oscura.
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Este famoso puente se instaló por primera vez en el primer tercio del siglo XX y a lo largo de su historia ha ido sufriendo reformas para hacerlo más seguro y fiable. El original era de madera y cuerdas y el actual, que data de 1970, se construyó con cables de acero, aunque sus tablones siguen siendo de madera. Las recomendaciones de la ruta indican que no lo deben cruzar más de 4 personas a la vez, ya sea en un sentido u otro, y hay que hacerlo con sumo cuidado, sin balanceos ni movimientos bruscos. En caso de que dos grupos se encuentren de frente a un extremo y otro, hay que evitar cruzarse en el puente e intercalar el paso de cuatro en cuatro.
2 El puente de Jólucar (Torrenueva Costa)
Tiene el honor de ser la primera pasarela colgante sobre el mar Mediterráneo que se ha tendido en España. Y desde su apertura ha colocado a Torrenueva Costa en el mapa de las rutas senderistas del país por su atractivo y singularidad. Sus 60 metros de longitud (tres menos que el de Monachil) permiten unir la zona urbana de la localidad de la Costa Tropical desde el Mirador del Peñón de Jolúcar con el sendero PR A-420 que conecta con el nuevo Mirador El Hondurón y la Playa de La Joya. Se eleva a la friolera de 32 metros sobre el mar, aunque para quienes lo vean demasiado vertiginoso existe la posibilidad de rodearlo a través de una ruta alternativa.
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Tiene horario de apertura y cierre al público todos los días de 7.00 de la mañana hasta la 1.00 de la madrugada y su capacidad máxima es de 15 personas al mismo tiempo. Por la noche se ilumina y su trazo a lo lejos sobre el mar Mediterráneo le da un aspecto apabullante.
Fue inaugurado en mayo de 2022 y la mayor parte de la estructura es de acero con tablones de madera de ipé dispuestos en forma longitudinal, aunque presenta un detalle adicional que eleva la adrenalina: cuatro zonas con vidrio que permiten ver el agua cristalina del mar a los pies casi en mitad del trazado. Aun así, es un puente muy moderno y seguro que apenas sí se balancea gracias a los cables tensados que lo sujetan.
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En ese punto intermedio merece la pena dirigir la vista hacia el mar de Alborán, perderse en la inmensidad azul del agua mediterránea e imaginar a los pesqueros allí, en lontananza, capturando la famosa quisquilla que llega al Puerto de Motril o las ricas sardinas que se sirven en los chiringuitos de la Costa Tropical granadina. Y si se visita al atardecer, las fotos mirando al Oeste de la Costa son de envidia, sobre todo si es una época del año en la que el sol se despide justo en el cabo exterior de la Punta de la Mona, que se ve allí al fondo adentrándose en el mar. Para ello hay que dejarse caer por aquí a finales de verano o inicios del otoño.
Desde el puente el sendero continúa un kilómetro más por los acantilados hasta el Faro de Sacratif, si se desea hacer completo. En este tramo se pasa por el Mirador del Hondurón, que también ofrece bonitas panorámicas de la parte occidental de la Costa Tropical, con Salobreña y Almuñécar al fondo. En total, son cerca de 4 kilómetros entre ida y vuelta hasta el cerro del Chucho, donde se eleva desde 1863 el famoso faro.
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3 El puente colgante sobre el río Velillos (Moclín)
Su longitud es inferior a los dos anteriores y su altura sobre el cauce que permite cruzar, también. Sin embargo, el puente colgante sobre el río Velillos, en la ruta del Gollizno (Moclín), es de una belleza inusual por la zona de rocas que atraviesa, que son más voluminosas cuando el caudal desciende más bajo. Lo que viene a continuación de la estructura de madera y acero es también un punto a su favor, ya que desemboca en una pasarela anclada a una pared blanquecina del desfiladero que la erosión del río ha provocado en la montaña a los largo de millones de años. La pasarela flota sobre el río y eso hace este trayecto de la ruta más emocionante aún si cabe.
El puente une el camino que va de la aldea de Olivares, anejo de Moclín, hasta esta pasarela del cañón del río Velillos, e introduce al senderista en la parte más llamativa de la ruta, los Tajos de la Hoz, una garganta natural creada por el fluir del agua de una belleza exquisita.
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La ruta continúa después de la pasarela para buscar la Fuente de la Corcuela y ascender hasta los Tajos del Castillo, en cuyas paredes se aprecia gran parte de la riqueza patrimonial de Moclín, unas pinturas rupestres de época neolítica, de color rojizo, donde se representan escenas de caza. En Moclín, final de la ruta, se puede visitar el estupendo castillo nazarí y las torres vigías que le circundan en los puntos más altos del monte que ocupa la fortificación.
4 La cerrada del río Castril
La ruta de la Cerrada del río Castril no es apta para personas con mucho vértigo. No solo por las pasarelas flotantes que hay que atravesar, sino también por el pequeño puente colgante que guarda un secreto al otro lado. Se encuentra dentro de una ruta de poca dificultad y recorrido corto, unos 1.500 metros de longitud. Sin embargo, sus paisajes y el desfiladero que forma el río la convierten en singular y maravillosa.
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Son las pasarelas y el puente colgante los elementos que hacen especial este sendero que es apto para personas de cualquier edad, incluidos niños siempre que se tenga cuidado de ellos. La ruta, con salida desde el centro de Castril, desciende por el río hasta llegar a la antigua central hidroeléctrica enclavada en la roca.
Las pasarelas, hechas con antiguas traviesas de vías de tren, aparecen enseguida y se extienden a lo largo de unos 150 metros. Tras cruzarlas, el camino desciende un poco hasta el lecho del río y, a 100 metros aproximadamente, aparece el puente colgante.
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Es de corta extensión pero hermoso sobre el agua. Su altura sobre el río es menor que las pasarelas, pero aún así da la sensación de vértigo porque se mueve un poco. Su estructura es distinta a los anteriores ya que este es enteramente de metal y tiene cables de acero como pasamanos y protección de seguridad. Solo presenta unas traviesas de madera a ambos lados del suelo como elemento de refuerzo.
Al atravesarlo aparece ante los ojos una galería excavada en la roca de unos 70 metros de longitud que da acceso a un balcón mirador sobre el que disfrutar de un salto de agua. Un poco más adelante se halla el molino de agua, hoy restaurante, donde termina la ruta, que es lineal, por lo que habrá que desandar el camino de nuevo y cruzar otra vez la galería, el puente colgante y las pasarelas.
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5 Junta de los Ríos (Otívar)
Escondido en pleno valle tropical, el paraje natural de la Junta los Ríos esconde bellezas inimaginables, con pozas de agua que parecen piscinas naturales cavadas en la roca y cascadas que hacen las delicias de la vista y de los amantes del barranquismo. La unión en el término municipal de Otívar, en plena Sierra de Cázulas, de los ríos Verde y Negro da lugar al primero, que desemboca 18 kilómetros más abajo, en Almuñécar, después de deambular entre fincas de aguacates y chirimoyos que conforman la vega sexitana.
El acceso al paraje se encuentra dos kilómetros al norte de Otívar, justo a la altura del Palacete de Cázulas. Al tratarse de una zona privada (pertenece a la Sociedad Cooperativa Agrícola Ganadera del Campo de Cázulas), cobran por el acceso desde hace algunos años. El dinero se destina a mantener el camino, ya que un tramo de unos seis kilómetros se debe realizar en coche, hasta llegar a las primeras pozas, ubicadas cerca de la presa, que es donde arranca el sendero en dirección ascendente.
Es una zona escarpada, salteada de pozas y en la que hay que cruzar en varias ocasiones ambos ríos a través de puentes, dos de ellos colgantes, por lo que no es apto para cualquiera. Hay que estar bien preparado físicamente. El más espectacular de los colgantes aparece a los cinco kilómetros de recorrido, aproximadamente, casi al final. El primero de ellos acaba en una gran poza de agua a la que después hay saltar para continuar el camino y seguir el ascenso. El último se eleva sobre una cascada y una poza con unas vistas de gran belleza.
Es un sendero de ida y vuelta, por lo que se cruzan los puentes en varias ocasiones. Hay que andar con cuidado porque algunos están mal conservados. La experiencia es única a lo largo de las tres horas que puede llevar ir y volver al punto inicial de la presa. La sensación de aventura acompaña en todo el recorrido. Se recomienda, eso sí, mucha precaución
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