Daniel O. Dawson
Jueves, 16 de marzo 2023, 00:18
En Dúrcal el agua fluye. Manantiales y fuentes por doquier, tanto en la zona urbana como en los campos que circundan la localidad, dan fe de ello. El manantial Aguas de Carrasco, la Fuente del Barranco del obispo, el Cascajar del Cartujo, el nacimiento de ... la Dehesa de Dúrcal, Fuente Fría, el manantial de los Prados del Nacimientos, la Fuente de la Teja, el Pilar del Mono, la Fuente de la Cuesta de la Valdesa y el propio río Dúrcal son muestras de que el agua es un elemento común a esta tierra. Pero hoy nos ocupan tres lugares bien conocidos en la zona por una característica poco común. Sus aguas son termales y están clasificadas como minero-medicinales. Hay quien dice que tienen propiedades beneficiosas para la piel, en el caso de las aguas termales, y curativas en el caso del manantial.
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La ruta de hoy se puede iniciar desde muchos puntos de la comarca, aunque hemos elegido la Ermita de San Blas en Dúrcal en esta ocasión, que sencilla, de corto recorrido y con bonitas vistas. Para ello hay que dirigirse al sur de la localidad y una vez en la ermita, seguir por la calle Pensamiento, vial semi-asfaltado con varios desniveles. Al final del camino, ya saliendo del núcleo urbano, habrá que seguir la senda asfaltado buscando la A-44 hasta llegar a un puente de la propia autovía, para cruzar por debajo. descender hasta el nivel del río.
Tipo de ruta Lineal
Distancia recorrida 4 kilómetros aproximadamente
Duración 48 minutos.
Dificultad Fácil
Recomendación Bañador y toalla
Más adelante veremos al fondo la colina sobre la que se sitúa el Castillo de Dúrcal. Seguiremos el camino hasta llegar a una pequeña cuesta con pinos en el borde izquierdo. Poco después nos encontraremos, al fondo a la izquierda, con la imagen de la localidad de Cónchar. Continuamos hasta dar con giro de 180º en el que el camino se aplana. Ahí, en un desvío a la izquierda se encuentra el sendero para bajar al Manantial de Vacamía o Baño Grande, primer alto en el camino de esta ruta
Seguiremos por el camino principal que queda a la derecha y continuaremos por la pendiente. Hay que tener cuidado ya que suele haber gravilla y puede resbalar. Al final encontraremos unos pequeños escalones. Justo a la izquierda de los escalones tenemos un pequeño sendero que indica el camino a Cónchar. Continuaremos el sendero hasta casi llegar al nivel del río Dúrcal. Cuando estemos llegando al río nos encontraremos con una zona de cañas. Vigilaremos en el lateral izquierdo en busca de un hueco. Allí encontraremos el manantial de agua, oficialmente conocido como Fuentes de Urquízar II.
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Es unos de los máximos atractivos que posee Dúrcal son los Baños de Urquizar (y Vacamia). Muchas personas se desplazan hasta aquí para bañarse y beber de sus aguas. Las aguas de Urquízar fueron declaradas como minerales en noviembre de 1990 y en el año 2006 como aguas termales. En el BOJA nº190 del 28 de septiembre de 2010 se declararon como minero-medicinales las aguas del manantial Urquizar I, Urquizar II y Vacamia, por solicitud de Juan José Fernández Espinar y hermanos.
A partir del agua de dos fuentes (Urquizar I) tenemos dos pequeños estanques artificiales de poca profundidad y de algo menos de 2 metros de largo y 1,5 metros de ancho. Habitualmente los habitantes de Dúrcal suelen visitar sus fuentes para llenar garrafas de agua por sus propiedades minero-medicinales. Además, la temperatura suele mantenerse estable todo el año, considerándose agua termal.
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En la parte superior de las fuentes se encuentra el castillo de Dúrcal, y aseguran que antiguamente existían unos túneles que iban desde lo más alto de la montaña hasta las fuentes, siendo utilizados para el abastecimiento habitual de agua.
La temperatura habitual de estas fuentes es de unos 24 grados, algo que sorprende teniendo en cuenta que es agua de Sierra nevada. La explicación es que se vuelven subterránas en algún punto de su recorrido hacia el valle de Lecrín y vuelven a aparecer aquí con la temperatura adquirida en las oquedades de la tierra. Suelen estar rodeadas de culantrillo de pozo (Adiantum capillus-veneris), un helecho muy habitual en nacimientos de agua.
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