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Las grandes cuernas de un macho montés se siluetean sobre el blanco de la nieve en la lejanía. Está echado sobre el pedregal, entre aulagas y los últimos retoños de pinares que desafían la altitud y logran adaptarse a condiciones climáticas extremas. Junto a él un grupo de cabras montesas hembra acompañadas de juveniles de esta especie, Capra pyrenaica hispanica, que posee en Sierra Nevada sus mayores poblaciones en todo el mundo. La manada descansa tras haber bajado, al alba, desde los raspones rocosos de la cuerda del Trevenque, el pico considerado como el rey de la baja montaña nevadense, con 2.029 metros de altitud y una imagen alpina inconfundible. A la izquierda de las cabras, el paisaje presenta una mezcla de pinar y matorral de alta montaña que asciende, poco a poco, entre tierras dolomíticas de colores blanquecinos y grisáceos. Al frente la tierra adquiere forma de pirámide truncada en la cumbre, la cima más conocida y frecuentada por los montañeros granadinos. Tras ella, a su derecha, se alzan la vertiente oeste y suroeste de Sierra Nevada, las laderas del Veleta y el Caballo, cubiertas de nieve. Es una de las imágenes más bellas de la sierra granadina. Una de las que mejor muestran la diversidad de paisajes geológicos y ecosistemas que constituyen el macizo nevadense.
Llegar hasta el Trevenque, subir a la cumbre, necesita horas y superar fuertes pendientes, pero contemplar el paisaje en el que se alza y conocer el corazón de los arenales dolomíticos es un placer que puede disfrutar cualquiera que quiera adentrarse, en pocos kilómetros y con un esfuerzo mínimo, en los viejos caminos de arrieros y mineros.
El Hervidero, la hacienda y merendero convertido en el gran cruce de caminos de la baja montaña, es el punto de partida de decenas de rutas. Desde este cortijo, coronado por una réplica de la torre de la Vela, es posible continuar en coche hasta un aparcamiento situado junto al canal de la Espartera y el sendero adaptado de Haza Larguilla. Junto al canal (embovedado) parte una pequeña senda, con una señal de prohibido circular bicicletas que pocos ciclistas respetan, que asciende en dirección sureste para encontrarse con el antiguo camino de las minas, semidestrozado por los arrastres de las últimas lluvias. Este camino, que en ocasiones se ensancha y en otras se estrecha hasta convertirse en una mínima senda, asciende en zigzag, de forma suave y continuada durante algo menos de dos kilómetros, hasta llegar a una primera curva muy pronunciada, desde el que la visión del Trevenque y su simbiosis con las altas cumbres de la sierra, se adueñan de quien lo contempla. Algo más arriba, a solo doscientos metros de distancia, la siguiente curva accede al mirador del Trevenque, donde hay un gran cartel explicativo de los movimientos geológicos que dieron lugar a este ecosistema dolomítico.
Es el cruce de senderos. El punto desde el que un camino baja hacia los arenales, hacia ramblas formadas por la deriva de materiales de las cumbres y en las que el agua de la lluvia y el deshielo, arrastra los conglomerados desprendidos de las cumbres. Es el punto desde el que es posible continuar hacia la cumbre o conectar con otras rutas de la baja montaña, pero sobre todo es el paraje donde la observación de la montaña, desvela su origen y la enorme convulsión geológica que provocó el levantamiento de las placas que desde las profundidades del mar, en este punto geográfico, originaron las cordilleras alpinas, desde Sierra Nevada a Los Alpes.
Han sido menos de una hora de caminar, cuarenta minutos a la vuelta, que implican conocer una de las visiones más clásicas de la sierra y el inicio de las rutas más queridas por los amantes de la montaña.
Cada año, la noche entre el sábado y el domingo anterior a Nochebuena, los montañeros granadinos, suben al pico del Trevenque para llevar un pequeño Belén que instalan entre las rocas, a resguardo del viento. Es una tradición que cumplen desde hace más de medio siglo. Es una ascensión nocturna, preparada para llegar a la cumbre alrededor de la media noche.
El Trevenque y los ecosistemas de dolomías
Acorralados por el empuje de las canteras, los 'arenales' y accesos al Trevenque ocultan joyas buscadas por científicos de todo el mundo
Esperan a ser declaradas microreservas naturales y que se protejan endemismos en peligro de extinción que fueron descubiertos por estudiosos del siglo XIX
Reportaje completo, vídeo, biodiversidad de los ecosistemas dolomíticos del Trevenque, en Waste Magazine
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Fermín Apezteguia y Josemi Benítez
Fernando Morales y Álex Sánchez
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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