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La cabina usada para hacer pintadas.
La Magdalena llora el grafiti

La Magdalena llora el grafiti

A punto de terminar la restauración de la iglesia del siglo XVII, Francisco Montero teme que los grafiteros aparezcan para ensuciar el exterior

Miguel Margineda

Domingo, 13 de julio 2014, 23:59

Queda poco tiempo para que la iglesia de Santa María Magdalena recupere el aspecto original que tuvo tras su construcción en el siglo XVII. ¿Cuánto tardarán los 'artistas' del spray en dejar su huella sobre la piedra? El párroco del templo, Francisco Montero, teme que sea poco y llama la atención especialmente sobre la cabina de teléfono que permanece en el lateral de la calle Puentezuelas. La usan los grafiteros para encaramarse y hacer su pintada más alto, por eso solicitó a Telefónica que la quiten cuanto antes.

Montero lleva 14 años ejerciendo como párroco de Santa María Magdalena. La cabina estaba antes que él, la original claro, de esas que ya casi ni se recuerdan. Hace diez años la cambiaron por la que está ahora y ahí sigue a pesar de que este elemento urbano sea hoy casi un monumento a la era anterior a los teléfonos móviles.

«No sirve para nada y desentona con la iglesia», afirma el sacerdote. El pasado 25 de abril remitió una carta a la compañía de teléfonos. En ella constata que la cabina ya «ha cumplido su misión», y que hoy en día ha perdido «su razón de ser», ya que «hasta los niños de Primaria llevan un móvil en el bolsillo». La misiva denuncia que en la actualidad «solo sirve para pegar carteles ofreciendo piso a los universitarios, para divertirse arrancándole los cables y, sobre todo, para montarse en todo lo alto y pintar, en el muro del templo, grafitis y mensajes propios de algunos grupos juveniles».

A pesar de su edad, Montero parece estar bien familiarizado con las costumbres de los grafiteros, ya que sabe que la pintada hecha desde lo alto de la cabina es más valiosa. «Para ellos cuenta más hacerla arriba», explica.

El párroco observa el desarrollo de las obras con preocupación, mientras Salvador Ubago, arquitecto director del proyecto, y la directora de la empresa restauradora, Julia Ramos, le explican los detalles de los trabajos que, martillo y cincel en mano, van dejando al descubierto la piedra calcárea, la sillería de Sierra Elvira y ladrillo original.

La parte más notable de las obras de restauración consiste en la retirada de la capa de cemento con pintura amarillenta que cubre la piedra y el ladrillo original. En esta superficie, aplicada en algún momento del siglo XX -se desconoce la fecha exacta de esta modificación-, se puede ver desde hace tiempo toda clase de pintadas, la mayoría simplemente firmas de grafiteros. Pronto no habrá rastro de esto que algunos llaman arte callejero, pero ¿cuánto tardarán en volver a pintar sobre este monumento declarado Bien de Interés Cultural?

Se envió otra carta al Ayuntamiento para que apoye la petición de retirar la cabina. Por ahora, la iglesia de la Magdalena no ha obtenido ninguna respuesta, ni de Telefónica ni del Consistorio.

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