Miembros de la hermandad de todas las edades colaboraron en la colocación de los ramos en las dos estructuras metálicas dispuestas a cada lado del pórtico.

Una enorme manifestación de cariño

El arzobispo pide por la paz en los países en conflicto en su discurso de la ofrenda a la Patrona | Un año más se cumplió la tradición de felicitar a la Virgen de las Angustias en la trigésimo cuarta edición de veneración

J. M.

Miércoles, 16 de septiembre 2015, 01:50

Estuvieron las asociaciones e instituciones, públicas y privadas. Estuvieron las bandas de música y las comitivas religiosas de congregaciones asistenciales. Estuvieron los bomberos con su escala y con el punto de vigía bien alto para colocar un ramo de flores en el emblema que corona la basílica. Se llenaron las aceras de la Carrera para ofrecer ramos y para contemplar la ofrenda mientras se saludaban muchos granadinos después del período estival. Salieron los jinetes y los carruajes, carriolas y moteros dispuestos a renovar la felicitación anual a la Virgen de las Angustias; los ciclistas y las hermandades. Participaron en la ofrenda los grupos folclóricos con el cante de la reja y con los bailes típicos dedicados a la Virgen. Los poemas recitados y las flores convertidas en emocionantes palabras balbuceadas ante la fachada del templo. «Es el primer año que vengo», contaba Enrique Vílchez, un joven de 20 años. «Siempre me habían hablado de este acto y he venido a verlo, pero este año es que tengo que cumplir una promesa», decía acompañado en silencio por algunos familiares. Detrás de cada ramo de flores había una gratitud, una felicitación o una petición.

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Se cumplió la tradición, un año más, de felicitar a la Virgen de las Angustias en la trigésimo cuarta edición de esta singular muestra de veneración. Poco después de las seis de la tarde se abría la cola en la que algunos granadinos estaban desde las cuatro de la tarde pendientes de inaugurarla. «Tengo turno de noche y no quiero faltar a esta cita», apuntaba Marinieves, una joven enfermera que entregó uno de los primeros ramos que fueron a parar a lo más alto de los paneles.

Mientras tanto en la puerta del templo se daban cita las autoridades. El alcalde José Torres Hurtado, acompañado de varios miembros del equipo de gobierno. Representantes de la Diputación Provincial con Enrique Medina y Mariano Lorente, diputados de Turismo y Deportes, en ausencia del titular José Entrena. Se saludaban los responsables del Madoc, José Carrasco, y de la Base Aérea de Armilla, Javier Hernández, junto con responsables de la Policía Local y Nacional. Eran recibidos por el arzobispo Javier Martínez, y el párroco de la basílica, Francisco Molina, y junto a ellos, en todo momento, el hermano mayor de la hermandad patronal, Francisco Salazar.

«Entregamos a nuestra Patrona las necesidades que fluyen en el camino de la vida. No estamos solos porque la Madre de Jesús es nuestra Madre y nos acompaña en todas las circunstancias de nuestra vidas, las mejores y las peores», dijo el prelado al comienzo de la ofrenda. En esta ocasión no dejó escapar la ocasión de poner en la oración de todos los asistentes el «dolor de un mundo amenazado por la ausencia de paz», y pidió por «el sufrimiento de las personas desplazadas por el odio de la guerra».

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