
Fernando Argüelles
Jueves, 13 de abril 2017, 02:51
La cofradía del Nazareno impuso su toque sobrio y solemne a la jornada del Miércoles Santo. Era la nota de contraste ante hermandades como la de los Gitanos y el Rosario, el silencio que acompaña a Jesús con la cruz al hombro contrasta con los tambores y cornetas de Santo Domingo, o el aire festivo del Sacromonte.
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Del convento de las Carmelitas Descalzas salía la cofradía a las ocho y cuarto de la tarde. La plaza de San Juan de la Cruz, delante de la antigua Capitanía, se llenó de público que guardaba silencio ante la difícil salida de los pasos. Los costaleros tuvieron que realizar un complicado trabajo para salvar el dintel de la puerta. En el silencio de la plaza la voz del capataz se dejaba oír, siendo todo el público testigo de la difícil maniobra de salida. También fue complicada la salida del paso de palio, que en este caso contó un año más con el acompañamiento de la banda de Música de Ogíjares. Puede que estemos ante el último año que el paso de palio de la Merced salga a la calle, ya que la hermandad está trabajando en la realización de uno nuevo.
Tras realizar estación de penitencia en la plaza de las Pasiegas, regresaba la cofradía a su templo. En torno a la medianoche se recogía la cofradía, nuevamente arropada por mucha gente ante la fachada del convento de las Descalzas.
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