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Encarna Ximénez de Cisneros
Jueves, 28 de marzo 2024, 22:59
Subiendo para San Miguel Bajo me llegó la noticia: «¡Que salen los Salesianos!». Era una noticia más que esperada después de tantos días de espera.
Las sonrisas llenaban el templo albaicinero desde donde también salieron Perdón y Aurora y donde, entre otros, saludé al hermano ... mayor, Víctor Alarcón y a mi compañero Álvaro de la Torre, además de abrazar a mi querido Camilo López, disfrutando en los Grifos de San José.
Alegría en San Cristóbal, con la formación musical –que lleva el nombre de la titular mariana, la Estrella– que se ha convertido por derecho en decana, con sus 45 años de vida, los mismos que lleva vinculado a la hermandad David Lafuente, que ha hecho un poco de todo en ella, pasando de monaguillo a delegado de la banda, cargo en el que lleva casi una década.
Alegría que daba paso, incluso, a las bromas entre los asistentes a los palcos –por fin nos saludábamos– y encuentros con buenos amigos como el pater Francisco Nistal que acompaña a la hermandad de la Concha, en cuya presidencia estaba el teniente general jefe del Madoc, José Manuel de la Esperanza.
Hasta la hora prevista de las salida, yo estaba con el ojo puesto en varios escenarios. En mi Sevilla natal para soñar con que mi amiga Mari Carmen Gutiérrez disfrutará de su Macarena del alma, siempre con el recuerdo de su hermano Javier, con el que compartía –y siempre lo hará– esa devoción.
Y viendo en la distancia la entronización del Cristo de Mena en Málaga, porque me gusta y porque, como en esta ocasión, puedo ver y reconocer – si no siempre hay buenos amigos que me lo chivan– a nombres vinculados a Granada. Es el caso del coronel subdelegado de Defensa, Federico González-Vico y del también coronel, Francisco Manuel García, jefe de la Comandancia de la Guardia civil en nuestra provincia, acompañados de sus esposa, Montse Puertas y Ascensión Rodríguez. También estaba el jefe Superior de Policía de Andalucía Oriental, Luis Jesús Esteban –en este caso no tengo más datos para contar–; mi querida Raquel Fernández, teniente reservista voluntaria de la Legión, de uniforme y junto a su marido el coronel Estanislao Martín; la senadora Eva Martín y no faltó el JEME, el general de Ejército, Amador Enseñat muy cerca de la reina emérita, doña Sofía, que estuvo presente. Por cierto que el general Enseñat fue el encargado de imponer al Cristo de la Buena Muerte la corona de espinas que lucía ayer, momento en el que pronunció unas bellísimas palabras, en un acto muy emotivo.
Como emotivo fue el canto que anunciaba la salida de la hermandad de la Redención y Salud, donde estaban, como siempre Alex y Javi, dos buenos amigos, vecinos del templo salesiano, que no se pierden nunca el momento.
Muchas, muchas emociones desparramadas por toda la ciudad. Y cuando termino de escribir esta Mirilla, aún quedaban pendientes los regresos. Y aún tenía que salir el Cristo de la Misericordia, nuestro Silencio. Grande el Jueves Santo.
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