Jorge Martínez
Jueves, 24 de marzo 2022, 00:07
«La mujer carga exactamente igual que los hombres y no le influye ningún factor de los que habitualmente se ponen de excusa. Es cierto que puede haber casos de menos fuerza, pero se suple con el trabajo, el tesón y la preparación de los ... ensayos», dice la única mujer capataz que en la actualidad existe en Granada. Laura Coca regresa al martillo después de «siete años sabáticos desde que terminé en la cofradía Universitaria con el Cristo de la Meditación». Primero fue costalera en este mismo paso durante cuatro años. En 2009 se hizo cargo de mandarlo como capataz –no le gusta el término capataza– y lo hizo hasta 2014. Asegura que ella no ve machismo en las cuadrillas de costaleros o costaleras y dice que no se debe «hacer distinciones entre unos y otras. Yo cuando mando un paso lo que quiero es que se encuentre la gente a gusto debajo de él, haya una buena 'igualá' y se eviten polémicas estériles».
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«Yo he trabajado con cuadrilla masculina y con femenina y para mí es igual. No se debe adoptar un nivel de exigencia mayor ni menor y la actitud la considero idéntica», explica Curro Carrasco, que tiene la suerte de tener a su lado a su padre, Francisco Carrasco, actualmente el más veterano capataz granadino junto a Jorge Mario Martín, que manda el paso de la Virgen de las Penas. Carrasco se hizo cargo de la cuadrilla femenina de la Virgen de la Caridad en 2009, cuando gobernaba la cofradía de la Lanzada una comisión gestora que presidía Francisco Beltrán, recuerda el hermano mayor, Javier Sierra.
La primera mujer capataz fue María José Fernández Nevot cuando se fundó en el año 1987 la primera cuadrilla de costaleras de Granada, la de la Virgen de la Caridad. Le siguió otra histórica, Consuelo Camarero, y el martillo se lo entregó a Paco Carrasco, quien con su hijo Curro gobierna esta cuadrilla desde hace trece años y «muy contento de trabajar con ellas», dice a nuestro diario.
La cuadrillas femenina del Cristo del Trabajo la gobierna Rafael Pérez,'Chili' , veterano costalero de la cofradía de los Favores quien se hizo cargo de la cuadrilla hace ya más de una década. «La experiencia de estos años me enseña que es más complicada una cuadrilla femenina porque, por los motivos que sea, se tarda más tiempo en conseguir formar equipo con ellas», asegura Rafael Pérez. Dice que encontró en la actitud de las féminas «más individualismo, pero se consigue en poco tiempo que se adapten a la disciplina que se exige» y «una vez que se consigue hacer equipo debajo de un paso es igual que trabajar con varones». Rafael señala a IDEAL que no encuentra diferencias entre la cuadrilla del palio, portada por varones, y la del Cristo del Trabajo, que lo llevan mujeres costaleras, porque «la séptima vértebra está en el mismo sitio para ellos y para ellas». Tiene 111 chicas bajo su coordinación divididas en dos cuadrillas.
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El más joven de los capataces que tiene a sus órdenes una cuadrilla femenina es José Luis Idígoras Estévez y reconoce que «en Granada no hay discriminación alguna». Llegó al martillo del paso de Jesús de la Meditación en el año 2019 y solo ha podido convivir con ellas un año «debido a los dos de letargo por la pandemia», pero nota «máxima entrega en la cuadrilla y muchas ganas de recuperar el tiempo perdido».
Cuando él se hizo cargo de coordinar el trabajo de la cuadrilla femenina «ya estaba hecha y en la actualidad la integran 54 costaleras. Yo lo que trato de hacer es que se cree un ambiente más corporativo y que se trabaje en condiciones y a gusto bajo las trabajaderas y creo que se va consiguiendo». Reconoce que son «disciplinadas y aceptan las órdenes que se les da aunque siempre cabe el diálogo con ellas para que comprendan cómo queremos que ande el paso de Jesús de la Meditación».
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Estas tardes y noches de los primeros días de primavera son prolíficas en ensayos por las calles de la ciudad. Si no fuera porque las parihuelas no llevan faldones nadie se daría cuenta de si son varones o mujeres quienes calzan los pasos. «En el caso de las mujeres ciertamente hay que controlar la mecida y el movimiento natural de caderas porque si no se retienen se acentúa demasiado el movimiento del palio», dice el capataz del palio de la Virgen de la Caridad. Curro Carrasco lleva ya 17 años con su padre aprendiendo el oficio. «Para mí es muy gratificante trabajar con costaleras», asegura. «Solo hay que poner cuidado a la hora de enfundarse la faja porque las actuales ortopédicas no se adaptan bien a las caderas, pero eso se soluciona con una de tela debajo de las modernas de ahora». Otra de las diferencias que han de observar las mujeres, y los hombres con el pelo largo, es que se debe recoger a los lados «para no pillarlo con el costal y la trabajadera, pero eso es algo normal que ya tienen en cuenta todos y todas los y las que usan melena».
Una vez que el paso se monta del todo y se pone en la calle solo se distingue el trabajo que realizan en la 'levantá' cuando debajo de la parihuela sale una voz femenina o masculina que contesta al capataz: «¡Estamos puestas o puestos!».
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