El hermano mayor de la Alhambra, con una camarera. Fermín Rodríguez
La mirilla

No llegó el milagro esperado

La emoción de Rafa Ruiz, hermano mayor de la Alhambra, confirmó la suspensión de la estación de penitencia

Encarna Ximénez de Cisneros

Sábado, 30 de marzo 2024, 22:46

Soy de letras, no de números, pero los datos de las salidas y no salidas son tan rotundos en su saldo negativo, que mejor olvidar en ese aspecto esta Semana Santa.

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A las cinco y once, según mi reloj, y preparando esta mirilla, la emoción ... de Rafa Ruiz, hermano mayor de la Alhambra, venía a confirmar lo que ya nos esperábamos, dada la insistencia de la lluvia que –no lo olvidamos– es tan necesaria, pero que ha chafado la ilusión de muchas personas.

La cofradía, la única del Sábado Santo, tiene un amplísimo cortejo entre los que se encuentran pregoneros de la Semana Santa como Antonio Olivares o José Luis Ramírez Domenech. Represento en ellos, como en Roberto Martín con el que ya compartí la tristeza de la suspensión de la Borriquilla, el sentir de impotencia por no haber disfrutado de nuestras cofradías en la calle.

Porque Semana Santa desde el punto de vista religioso por supuesto que la tenemos. Hoy es el Domingo de Resurrección, en el que tres hermandades deberían salir aunque como me decía Gerardo Sabador, otro nombre destacado en el mundo cofrade, las previsiones siguen siendo muy adversas.

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Los templos y las calles, bajo el resguardo del paraguas y el abrigo han sido, casi, los únicos sitios donde poder compartir emociones. Eso sí, recordando las imágenes del Viernes Santo –jornada incompleta por la falta de la hermandad de la Soledad de San Jerónimo–, y un único día, el Jueves pletórico. Para Elena Vargas, que ha llegado de Málaga, como cada año, «es lo nunca visto», comentario que muchos compartimos.

En otros casos, no ha sido la lluvia la que ha impedido disfrutar de estos días. Manolo Contreras me chivaba que su mujer, Encarnita García, se recuperaba, feliz, del nacimiento de su hija María, «yo he venido a dar las gracias a la Patrona». Y Triana es el nombre de la hija de mi amiga Lidya Arrufat a la que no he podido ver en estos días. Se hace duro recordar el pasado domingo, cuando la única salida daba un hálito de esperanza. Por cierto que, sin saberlo, compartí un rato acompañando a la Encarnación con María Funes, a cuya familia tengo un gran cariño.

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No sé qué pasara hoy, pero sí sé que acompañaré, aún en sus templos, al Resucitado y Resurrección, y a los Facundillos.

Con todo el cariño del mundo, claro está.

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