La noche de los contrastes
Las costaleras del Trabajo no cesaron ni un momento en su rotundo trabajo, demostrando así el amor y la devoción que le tienen a esta imagen
Fernando Argüelles
GRANADA
Martes, 16 de abril 2019, 00:38
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Fernando Argüelles
GRANADA
Martes, 16 de abril 2019, 00:38
No había terminado aún la jornada del Lunes Santo cuando la Virgen de la Amargura ya entraba en el convento de las Comendadoras de Santiago. Salía y entraba en jornada del Lunes Santo, como era deseo de la hermandad, que ayer presentaba el cambio organizativo ... más importante de toda la Semana Santa. Puso la cofradía del Huerto su cruz de guía en la calle a las cinco de la tarde, mucho antes de lo habitual. Hubo emoción en los centenares de personas que llenaban la calle Santiago y aledañas, pero sobre todo en la mirada emocionada de las dieciocho monjas comendadoras que en el zaguán de su convento contemplaban la llegada de ambos pasos. Sus voces fueron la más hermosa melodía de la jornada del Lunes Santo.
En contraste con la angelical dulzura de los cánticos de las hermanas del convento de la calle Santiago, los vivas y piropos que las vecinas del Zaidín le lanzaban a su Cristo del Trabajo y a la Virgen de la Luz. Despedían a la cofradía con el sol todavía en lo alto, y cuando sonaba la marcha 'La Madrugá', en el puente sobre el río Genil poco antes de las once y media de la noche, quedaban ya tranquilas de saber que su cofradía había cruzado el río y estaba de regreso. Las costaleras del paso de misterio no cesaron ni un momento en su rotundo trabajo, demostrando así el amor y la devoción que le tienen a esta imagen. Algarabía, vítores, aplausos y aire de barrio, de vecinos que se llaman por sus nombres, de pandillas en busca del costalero amigo, de camareras que esperan los zapatos cómodos que sus maridos les traen guardados en la bolsa de la tienda de la esquina, el nazareno que se sale para entrar en el servicio del bar y tomarse un refrigerio, el monaguillo que no puede con su alma y cae rendido en cuanto su padre lo coge en brazos... Ahí estaba el Zaidín, Alminares del Genil arriba acompañando a su cofradía, con una alegría que saben transmitir. Tuvo que entrar la madrugada para que alcanzara el cortejo la parroquia del Corpus Christi, donde se ponía punto y final a una de las cofradías que más trayecto recorre en nuestra Semana Santa.
Y otro contraste con esa alegría: el Cristo de San Agustín entre acordes de música de capilla subiendo por San Antón. Eran ya las nueve de la noche, pero por lo tardía que cae este año la Semana Santa aún la luz del sol alumbraba la puesta en la calle del cortejo, un momento habitualmente marcado por la oscuridad de la noche. Nubes de incienso en todo el recorrido de la hermandad anunciaban la llegada del paso de la sacra conversación en la que la Virgen, San Juan y la Magdalena cierran el solemne cortejo de la cofradía del barrio de Fígares. Había entrado ya la madrugada cuando nuevamente regresaban a su templo entre el silencio del público que llenaba la calle estos nazarenos de negro que procesionan al primer crucificado que sale a las calles de la capital en Semana Santa. La bonanza meteorológica de estos días anima a salir y estar en los regresos de la cofradía, aunque sea en la Carrera del Darro, donde siempre el airecillo de la noche hace que se busque abrigo en estas noches del comienzo de la primavera. Por allí avanzaba la Virgen de los Dolores, con un exquisito exorno floral y mecida por la veteranía de su cuadrilla de costaleros. Mucha gente delante del palio, que no querían dejar a la Virgen sola hasta su llegada a San Pedro al filo de la medianoche. No faltaron aquí tampoco los vivas dirigidos a la Virgen y a la cuadrilla de hombres que le prestan los pies para recorrer Granada, haciendo navegar, más que caminar, a 'la perlita del Darro'. También los acordes de 'La Madrugá', de Abel Moreno, sirvieron para que la Virgen se despidiera de Granada un año más adentrándose en el templo de San Pedro.
Otro contraste más, en este caso en las puertas de la iglesia de la Magdalena. La agrupación musical de Arahal, considerada madre y maestra en su estilo de música procesional, le puso banda sonora a la recogida del Rescate. Era el punto y final a un Lunes Santo esplendoroso para esta cuadrilla y su nutrido cortejo. Alguna saeta se escuchó en la vuelta de la cofradía, aunque realmente la saeta que ayer más llamaba la atención era la que Iván, 'El Centenillo', y Sonia Leyva le cantaban al paso del Huerto de los Olivos en la calle Ganivet. Se trataba de una 'saeta accesible a dos voces y dos manos', ya que contaron con el apoyo de Esther Ramallo que, en lenguaje de signos, expresó lo que salía de las voces de los cantaores en una jornada tan especial, y llena de contrastes, como es la del Lunes Santo granadino.
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