La historia de Rosario, a quien su nieta ha inscrito en La Lanzada años después de que ella lo hiciera con Cristina. Y la de Carmen, quien vino al mundo con un pan debajo del brazo y dos medallas de hermandad. Y la de Ignacio, un veterano pero muy joven capataz de tan solo 18 años que se apunta al Vía Crucis. Y la de Elo, que ha decidido duplicar su fervor por la Esperanza de Motril haciéndose hermana de la de Granada
ENCARNA XIMÉNEZ DE CISNEROS
Granada
Martes, 30 de marzo 2021, 02:13
Semana Santa de Granada | Con una medalla bajo el brazo
Con ochenta años, Rosario se convierte en la veterana de todas nuestras incorporaciones cofrades, algo que, seguramente, no espera; mientras, Carmen, de cinco meses, se llevará una sorpresa cuando crezca y pueda leer en IDEAL, cómo sus padres no esperaron para meterla de lleno en ... nuestra Semana Santa. La que conoce muy bien Ignacio que, con solo 18 años es ya un veterano capataz; y Elo, de 27, que ha extendido su devoción por la Esperanza de Motril, de cuya hermandad es secretaria, hasta «la Niña de Risueño» de Santa Ana.
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La Lanzada - Rosario Puerta Sánchez
«Mi nieta me ha dado la sorpresa de inscribirme»
Puede que sea al leer estas líneas cuando Rosario se dé cuenta de que es ella la protagonista de esta preciosa historia entre abuela y nieta: un relato a dos voces que ocurrió hace apenas unos días, y que me permitieron compartir.
Empiezo por la nieta, que fue la 'colaboradora necesaria'. Se llama Cristina Jiménez Pulido y tiene 31 años. Lleva toda la vida sintiendo algo especial por la Lanzada y, cuando se enteró de que había sido bautizada en la parroquia de los Dolores, la veneración fue total. «Me dio la cosa de hacerme hermana», revela. Cuestiones de la vida, la decisión se fue posponiendo.
La Lanzada
Nombre
Rosario Puerta Sánchez. 80 años
Hermana desde:
Hace unos días
Motivos:
Su nieta, a la que ella misma inscribió hace unos años, le ha devuelto el regalo, por sorpresa
Hasta que en 2016 su abuela materna sufrió un ictus. «Pensé que la había perdido», recuerda. No fue así, y Rosario se recuperó. Y se dio cuenta de que no quería morirse sin ver a su nieta salir de mantilla. Así que se presentó en el trabajo de Cristina con los papeles para darle de alta y fueron juntas a comprar el vestido y la mantilla. Los tres años siguientes –hasta el parón de la pandemia–, se hizo realidad el sueño de la abuela, esa a la que Cristina se cogía de la mano de pequeña, en los días de la Semana Santa, para ver las cofradías, haciendo tiempo para pillar un buen sitio sobre todo cuando iban a la Aurora.
En el otoño pasado, poco después de cumplir los ochenta, Rosario tuvo otra incidencia en su salud de la que siguen muy pendientes. Otro golpe para su nieta –tiene dos más– que no puede evitar momentos en los que se imagina sin su abuela. «Y no lo concibo». Así que decidió que no se iba a quedar con las ganas «de devolverle el favor y hacerla hermana».
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Me lo contó, cuando aún no se lo había dicho: «Antes de vernos para la foto, yo la recojo y le doy la sorpresa de que ha sido dada de alta en la hermandad». Así fue, y a mí me tocó la satisfacción de verlas llegar juntas, con la emoción a flor de piel. «¿Le han dado ya la noticia?», pregunté a Rosario. Y me dijo un sí muy tenue, al que añadió: «No me lo esperaba, es muy bonito». Sé que hubo algo más, la carta en la que la nieta le explicaba todo esto que yo les cuento, y más cosas; pero, eso, es mejor que permanezca en su intimidad. Me quedo con la imagen de verlas desplegar la mantilla con la que todo comenzó y que Cristina, seguro, volverá a lucir; pero no la medalla porque la entregó a su abuela, como uno de los más bellos mensajes de amor que he vivido últimamente.
Vía Crucis - Ignacio Martínez González
«Ya era hora de que me hiciera hermano»
No siempre se queda grabada la fecha de entrada en la hermandad. A él sí –tiene una memoria privilegiada–, el 20 de marzo de 2021. Y es que, aunque es la cuarta a la que pertenece –tras Despojado, Nazareno, Aurora y la O de Sevilla–, al Vía Crucis se he incorporado «por gusto, sin que haya tradición familiar».
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De eso, de tradición y trayectoria, saben mucho en su casa. «No pasa un fin de semana que no veamos vídeos de pasos en la calle y escuchemos marchas, lo vivimos los 365 días al año».
Le conocí cuando era un niño de carrito, y junto a su madre, veía cómo su padre, Dioni, dejaba su impronta de capataz delante de muchos pasos. Se lo transmitió a Ignacio que, a pesar de su timidez confesa, sintió un algo especial por el llamador. Tanto le impresionó que se puso a ello, por primera vez, en las Jornadas Mundiales de la Juventud, el famoso JMJ del 2011; hagan cuenta de su edad. Yo lo viví en directo y tuve la suerte de contarlo en IDEAL, porque el Despojado fue la única hermandad granadina presente en aquel magnífico acontecimiento.
Con ella debió salir, ya en Semana Santa, en 2013; pero llovió el Domingo de Ramos y, por esa circunstancia, su primer palio fue el del Vía Crucis, del que su padre era capataz desde 2005. «Después de tantos años yendo por ahí, pensé ya era hora de hacerme hermano».
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Vía Crucis
Nombre:
Ignacio Martínez González. 18 años
Hermano desde:
El 20 de marzo de 2021
Motivos:
Su primer palio fue el del Vía Crucis, en 2013
Tiene un arduo trabajo por delante, porque acaba de empezar el primer año de Historia del Arte y tendrá que repartir muy bien el tiempo. Ahora, las circunstancias no le afectan a los estudios, pero cuando vuelvan los ensayos, y las reuniones y todo lo que lleva detrás sus distintas responsabilidades, no sabe cómo lo va a hacer. Ya lo pensará cuando todo vuelva a la normalidad, afirma optimista.
Y eso que reconoce que los ánimos decaen según pasa el tiempo porque «la cosa está pará» y hay muchos interrogantes. Piensa en costaleros que estaban ya cerca de la retirada o de las nuevas incorporaciones que todavía no se han estrenado, «se ha cortado la dinámica y eso afecta».
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Pero sabe que debajo de los pasos «se crea un vínculo que no se pierde». Para problemas los que ha ayudado a superar esta cofradía que no dejado de volcarse en proyectos sociales, incluyendo una bolsa de trabajo y la difusión de las empresas, de los hermanos, además de fomentar a colaboradores habituales de la hermandad para el consumo en esos establecimientos.
Todo eso, y su amor cofrade, hacen que Ignacio lo tenga claro. «No hace falta salir a la calle para disfrutar de nuestros titulares», afirma.
La Cañilla - Carmen Fernández
«Queríamos mantener la tradición familiar»
Cierto que no es a ella a quien he podido hacer la entrevista; pero cuando la lea de mayor, seguro que se sentirá muy identificada con lo que su madre, Elena Fernández Hurtado, de 33 años, me ha contado. Y, cuando crezca, Carmen será consciente de que ponerse la medalla tan pequeña era algo lógico, al formar parte de una familia cofrade por excelencia, no solo en lo devocional: tres de sus componentes han dado el pregón de la Juventud –«Ojalá ella también lo haga»– y su tío, Pablo, es un reconocido escultor e imaginero.
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Carmen descubrirá que su madre salió por primera vez a los dos años, de mantilla –por cierto, he podido ver esa foto entrañable–, algo que no hará ella tan joven. «Siempre me quedé con las ganas de ser monaguilla y no pude, así que mi hija lo será», asegura. Y sabrá también que no solo es hermana de la Humildad, sino también de los Favores «por parte de padre» y, antes, el día de su nacimiento, su tío «se encargó de registrarla en el Rosario de Plata». Y, no lo olviden, por ser de la hermandad del Martes Santo, acompañará a la Soledad hasta el Campo del Príncipe. Sin olvidar que irá conociendo el mundo costalero luchando el Domingo de Resurrección para llevar al Facundillo o, simplemente, agitando hasta romperla, la campana de barro junto a toda la chiquillería. Tendrá faena, sin duda.
La Cañilla
Nombre:
Carmen Fernández. 5 meses
Hermana desde:
Su nacimient
Motivos:
iene de una familia cofrade por los cuatro costados
Y la hará muy bien acompañada, manteniendo, seguro, todas las tradiciones familiares que, a veces, son difíciles de compatibilizar, sobre todo el Viernes Santo por lo apretado de los horarios. Este año la salida era complicada por su corta edad, pero su madre está convencida de que las abuelas le hubieran confeccionado su primer traje de monaguilla. Eso sí, ya se ha cambiado el carrito por la sillita para que disfrute el ambiente «y no se pierda ningún detalle».
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Para ambiente, el que vive cada noche cuando se duerme a los sones del himno de la Virgen del Rosario de plata. De las marchas, ya saben que le gustan más la de palios. «Pone cara rara cuando suenan las cornetas y tambores», explica su mamá.
Su madre le transmitirá, orgullosa, todo lo que puede hacer una hermandad –y más en estos tiempos–, para echar una mano cuando se necesita: «No dejo de contarlo, desde la labor que se lleva a cabo en el economato a la colaboración que han pedido para recoger comida de bebés». Algo que le llega muy directamente. «Ahora sé lo caro que resulta», argumenta.
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Elena tiene el número 114 como hermana. Su hija Carmen, el 832. La primera no se ha perdido ninguna Semana Santa. Me suena que la peque, tampoco lo hará.
Esperanza - Elo Ruiz
«Ahora más que nunca hay que volcarse con las cofradías»
Su corazón es totalmente verde y, por eso, ha decidido repartirlo entre sus Esperanzas, la de Motril y la de Granada. En la primera lleva toda la vida y en estos momentos ejerce como secretaria; y en la segunda se ha incorporado en el último año, cuando pidió a su amigo Miguel Ángel ser hermana y recibió una rápida respuesta: «Pues tráeme el papel que yo voy a ser tu padrino».
Es una cofrade forjada desde la infancia: «Me acuerdo que, siendo un coco, estaba deseando que llegara el Miércoles de Ceniza, porque mi tía sacaba el hábito, lo planchaba, lo arreglaba, y yo, con cinco años, me lo plantaba y decía que quería salir». Y de nuevo se encontró con una contestación rápida: «Pues métete ya». Se incorporó poco después, involucrándose mucho en la vida interna. Como su tía, que también lleva en la hermandad toda la vida y sabe lo que hay que trabajar desde dentro.
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Esperanza
Nombre:
Elo Ruiz Herrero. 27 años
Hermana desde:
El último año
Motivos:
Con la pandemia, es el momento de volcarse en los temas de la caridad
Desafortunadamente, Elo, este año, tiene más tiempo para dedicar a sus devociones cofrades, porque es una de las muchas personas afectadas por un ERTE. Conocer de primera mano la situación que vivimos le permite afirmar que es el momento de volcarse en los temas de caridad. Pero no es tarea fácil cuando los recursos no llegan: «Este año está siendo muy complicado, no hemos hecho ni un solo hermano nuevo». Habla de Motril, y esa afirmación ratifica lo que estamos contando en estos días: para que la Semana Santa siga teniendo pulso, hay que dar un paso al frente, ahora más que nunca, y apoyar a las cofradías. Cada cuota cuenta.
Ella lo ha hecho pidiendo su alta en la Esperanza que hoy llena con su presencia la iglesia de Santa Ana –junto al Señor del Gran Poder– pero que va a dejar huérfana de su verde tradicional, las estampas habituales a lo largo de su recorrido. Será un poco menos triste, gracias a las redes sociales que están cumpliendo una importante labor de acompañamiento, «aunque muchas personas lo que necesitan es estar junto a sus titulares». Este año se puede, pero Elo no tiene claro si es peor «tenerlos ahí en los altares y no poder disfrutarlos en la calle».
Ante la adversidad, la primera palabra que le sale de los labios es la que más le emociona: «Esperanza, siempre esperanza». La vive como virtud teologal, y también con «la Niña de Risueño» a la que, desde que vive en Granada, no deja de acompañar cada Martes Santo. Pronto será como penitente. «O donde me diga la hermandad».
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