Antonio Albea
Memorias de un cofrade ·
Colaborador con otras hermandades, se puso manos a la obra para que Granada tuviera su broche cofradeSecciones
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Memorias de un cofrade ·
Colaborador con otras hermandades, se puso manos a la obra para que Granada tuviera su broche cofradeContra todo pronóstico, la Semana Santa de Granada careció de hermandad de Resucitado durante casi todo el siglo XX, pero como todo es posible en esta tierra, de la noche a la mañana, nos encontramos con dos, algo que no tiene precedente por los contornos. ... Cierto es que tan flagrante ausencia fue suplida con creces por la presencia en nuestras calles en la mañana del Domingo de Resurrección, de la imprescindible del Dulce Nombre de Jesús, Los Facundillos, que desde Santo Domingo, con la inmensa alegría de los niños tañendo sus campanitas de barro, despertaban a la Granada cofrade, anunciando la Resurrección. Pero la idea de rematar la Semana Santa el domingo ya venía rondando a veteranos cofrades, que veían como el Viernes Santo desaparecían los cortejos de nuestras calles, al salir Nuestra Señora de la Alhambra el Jueves Santo.
Y fue, precisamente, un cofrade alhambreño, quien quiso acabar con esa orfandad. Antonio Díaz Albea, funcionario del Ayuntamiento y hombre colaborador con otras hermandades, se puso manos a la obra para que Granada tuviera su broche cofrade en compañía de otros incondicionales, de los que recuerdo a mi entrañable amigo de tardes taurinas Luis Rejón, o a mi hermano en la fe Gerardo Sabador, que hicieron posible esta ilusión radicada en la parroquia de Regina Mundi. Antonio Díaz Albea –al que no sé por qué le quitábamos siempre el primer apellido–, junto a otros, puso en pie un proyecto hasta entonces inexistente en Granada, la Hermandad de Cristo Resucitado y Nuestra Señora de la Alegría. Al unísono, en la calle Navas, Fernando Olmos y Antonio Cappa daban también forma a un proyecto de hermandad para culminar los desfiles de la Semana Santa granadina, con la advocación de la Resurrección de nuestro Señor. Un proyecto que también contó con la colaboración de otros entusiastas, de entre los que recuerdo a mi compañero de benemérito instituto, Jesús, al que todos llamamos por su profesión 'El Joyero', que llegó a diseñar, según me confesó, la original cruz que forma el escudo de la Venerable Hermandad de Nuestro Señor de la Resurrección y Santa María del Triunfo, que vino a dar alegría al barrio del Zaidín, desde la parroquia de San Miguel Arcángel.
Fernando, su fundador y primer hermano mayor, ya venía con la lección cofrade aprendida, desde su militancia en las filas de la hermandad que abre la Semana Santa, por lo tanto, se trataba de alumbrar un nuevo proyecto con el que poner broche a la semana mayor. En la parcela musical se contó entonces con un hombre imprescindible, para contar la historia musical de la Semana Santa granadina, se trata de mi admirado, y nunca bien reconocido en esta ciudad José Ripoll, que desde su banda de Aviación, o la extinta OJE, pasando por la desaparecida banda provincial, recaló en este proyecto con nuevas ilusiones. Pepe Ripoll –así lo llamamos los amigos– forma parte de la banda sonora musical de la semana granadina entre dos siglos, y yo sigo admirándolo tanto como el primer día que lo conocí, cuando ambos vestíamos pantalón corto.
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